lunes, 18 de enero de 2016

Las Protectoras de la Noche. Capítulos 24,25,26,27 y 28.






CAPÍTULO 24


Raysa hacía días que se encontraba en su habitación. No quería bajar a comer. Cuando sus hermanas entraron, la encontraron hecha un ovillo, en un rincón del cuarto con las piernas pegadas a su cuerpo mientras los suaves sollozos la sacudían y las lágrimas humedecían sus mejillas. En su mente repasaba la charla que había tenido con Wrath constantemente.
Unos golpes en la puerta la sacaron del estado en que se encontraba
—¿Raysa? ¿Estás? —Era Kytara, quien desde hacía unos momentos sentía una profunda angustia que provenía de una de sus hermanas. En el camino, cuando se dirigía al cuarto de Raysa, se había cruzado con Nessa y Leliel, ya que ellas también lo habían sentido—. ¿Podemos pasar?
Raysa se incorporó lentamente mientras trataba de recomponerse y les contestó con voz ronca:
—Sí, por supuesto —dijo mientras se limpiaba el rostro con las manos tratando de borrar inútilmente el rastro de las lágrimas.
—Sí, sí, supongo que ni un kilo de maquillaje puede tapar ese desastre — dijo Leliel en broma mientras sobre una mesita dejaba un té de tilo—. Te va a hacer muy bien. Siéntate, tómalo y mientras nos cuentas por qué hace días que desapareciste de la mansión —dijo sentándola a la fuerza en el sillón.
Sonrió levemente sin poder evitarlo ante las palabras de Leliel.
—Hace algunos días cuando entrenaba, Wrath apareció allí —dijo mientras todas la miraban con cierta ironía ante sus palabras.
—Nai, nai —dijo Leliel levantándose—. Me niego a escuchar alguna de tus chanchadas y mucho menos si son en el gimnasio. Con las ideas de Ky me alcanza —dijo observando a Kytara, quien se sonrojó profundamente.

—¿Estamos aquí por Raysa, ok? —Miró a Nessa que se mordía los labios tratando de no reírse de las palabras de Leliel—. ¿Ray, qué sucede?
Raysa se mordió los labios antes de continuar:
—Wrath me dijo que me amaba y me preguntó si quería ser su shellan, todo formalmente —anunció mientras miraba a sus hermanas con tristeza.
—Oh. Disculpa que no me ponga a berrear yo también —dijo Nessa sin entender—. ¿Por qué estás llorando? ¿Acaso no lo quieres? —Preguntó haciendo caras.
—Lo amo de una forma que jamás imaginé posible, pero ése no es el problema —continuó—. Wrath va a asumir como Rey, dejará de liderar la Hermandad y ya no peleará.
—Ajá... ¿Y? —Preguntó Leliel, impaciente, mientras jugaba con dos bolas pequeñas de fuego.
—¿Y por eso estás llorando? —Dijo Nessa tratando, con unas gotas de agua, de apagar las llamitas de Leliel.
Raysa las miró mientras de su boca escapaban las palabras que no quería ni pensar.
—Si acepto ser la shellan de Wrath, debo dejar, como él, de pelear. Él no puede ponerse en riesgo de muerte y su shellan tampoco. Debo tomar la decisión más difícil, seguir peleando al lado de mis hermanas como lo hice toda mi vida, o aceptar a Wrath y este nuevo estilo de vida.
Leliel la miró, ahora seria.
—¿Cuántas veces en tu vida tuviste la oportunidad de ser feliz junto a alguien? Nunca. ¿Cuántas veces un macho te pidió que seas su shellan? Nunca. ¿Cuántas veces en tu vida te enamoraste? Nunca —hizo una pausa meditando las palabras, entonces habló nuevamente—. Creo que no te pide nada anormal. Sabías quién era y sabías que en algún momento iba a asumir. Si lo amas, lo amas con defectos y virtudes, con la profesión, puesto o linaje que sea.
Raysa sintió las lágrimas escapar de sus ojos nuevamente.
—Dios, como odio estar tan malditamente sensible desde que llegué —murmuró para sí misma antes de mirar a Leliel y responderle—. No comprendes, Leliel, ser una guerrera y defender a la raza es lo único que siempre hice. Sólo sé pelear. ¿Cómo podría estar a su lado siendo de ésta manera? Cuando vea como soy realmente y que no conozco otras cosas va a arrepentirse y no quiero ser testigo de eso, no quiero que se avergüence de mí.
—Rhage aceptó que todo su linaje fuera maldito por estar conmigo. Ayer me pidió que sea su shellan —las tres hembras la miraron sorprendidas y Leliel sintió como una punzada de vergüenza la invadía—. Sí, yo… no quería decirles todavía, pero Raysa me obliga a hablar antes de tiempo. Queremos hacer la unión lo más pronto posible —observó a Nessa—. No, Ness, no estoy embarazada. Sabes que no puedo tener hijos. Pero eso no viene al caso. Raysa, Wrath sabe que eres una guerrera y va a saber tenerte paciencia para cuando dejes de patrullar, por lo que tú también tienes que tenerle paciencia a él. Esto es un constante dar y recibir —respondió Leliel
—¿Tú también te vas a unir? —Kytara se acercó a su hermana y  la abrazó—. Soy en verdad muy feliz por ti, Leliel.
—Nada de “también”. Raysa no le dio una respuesta a Wrath, ¿no es así? —Dijo Nessa.
Raysa sacudió la cabeza mientras miraba a Leliel.
—Estoy feliz por ti, hermana, de verdad que sí. Es sólo que no sé qué hacer... Quiero gritarle que acepto,  pero a la vez tiemblo de miedo ante la vida que me espera si acepto ser su sellan
—¿Sabes? No te entiendo —dijo Nessa—. Tienes todo servido en bandeja y lo vas a desperdiciar. Lo vas a dejar pasar por una estupidez como la lucha. ¿Que mejor manera de pelear que teniendo poder? Podrías hacer muchas cosas —habló molesta.
Leliel la observó y sonrió.
—Coincido con ella. Creo que te estás quejando de llena, Raysa —dijo levantándose de su lugar—. Cualquier otra hembra mataría por estar en tu lugar. Y tú estas quíá llorando porque nunca más vas a volver con un brazo roto o cubierta de sangre negra, jamás vas a tener que volver a convivir con la incertidumbre de saber si vas a volver esa noche a casa, o lo que es peor, el no saber si tu macho va a regresar. No te entiendo, definitivamente no te entiendo.
Raysa las contempló con cierto asombro al comprender realmente la nueva vida que se le presentaba con la propuesta de Wrath. Sus hermanas, como siempre, con las palabras adecuadas habían logrado hacerle ver lo que su mente se había empeñado en anular. Realmente no perdía nada, al contrario, ganaba en todos los aspectos. Por fin su vida estaría completa,  con sus hermanas a su lado, como siempre junto a ella y ahora también un macho que la amaba y al que ella le correspondía.
Un murmullo escapó de sus labios mientras miraba a sus hermanas:
—Dios, ¿cómo pude estar tan ciega? —Les preguntó, sentándose en la cama.
Nessa dejó escapar un suspiro cansado, pero Kytara le tapó la boca.
—No lo sé. Pero me alegro de que hayamos logrado ayudarte —dijo Leliel, divertida—. Ahora, ¿les puedo pedir algo? —Dijo un tanto apenada.
Kytara dejó libre a su hermana.
—Lo que quieras, Lel.
—¿Me ayudarían a arreglarme? —Dijo haciendo círculos pequeños con el pie—. Es que no sé cómo debo estar vestida para la ceremonia de emparejamiento.
Raysa se incorporó riendo por primera vez con alegría mientras se acercaba a su hermana.
—Serás la novia más bonita que se haya visto hermana —le dijo mientras la abrazaba.
Leliel entrecerró los ojos.
—Nai, nai. Simplemente pido que me ayuden —dijo con agitando un dedo acusador—. Nada de usar todas esas cosas que siempre usan ustedes, ¿estamos? —Dijo amenazadora.
—Usarás lo que se necesite usar —Kytara ya saboreaba la ocasión—. Vas a ser la primera en unirte y serás lo mejor de lo mejor.
—Ya te veo… Con una corona de flores, velo, vestido largo como el de una princesa y blanco virginal —Nessa lo describía perfectamente—. Un acontecimiento sin igual en la Hermandad.
—No, no. Nada de eso —Dijo Leliel levantando las manos—. Además, odio el blanco. ¿Aún no te has dado cuenta?
Raysa la miré escudriñándola.
—Pues elige el color, pero nada de negro —se adelantó.
Leliel simuló llorar.
—¿Por qué? Yo y mi maldita bocota —dijo melodramática—. Está bien, púrpura, el mas oscuro que exista —se encaminó hacia la puerta—. Y ahora, si me permiten, me voy. Tengo un macho esperándome en el gimnasio. Dijo algo de que Butch le dio una idea acerca de no sé qué —dijo divertida mirando a Kytara.
Ésta se puso toda colorada.
—Mi nullum y su bocota. Yo también me retiro. Le tengo que enseñar a mi compañero cuándo se tiene que callar —y se encaminó detrás de Leliel—. Y Ray, toda la suerte del mundo. Sorprende a tu guerrero —le tiró un beso y se marchó.
Nessa se encogió de hombros.
—Supongo que me iré a torturar un poco a mi entrenador —dijo, sabiendo por demás que se moría por verlo. Aún más después de lo acontecido la última vez y de lo que se había dado cuenta respecto de sus sentimientos. Mientras salía pensativa de la habitación de Raysa haciéndole un vago gesto de despedida con la mano, se preguntó si no debió haber hecho su propia confesión.
Raysa quedó pensativa luego de ver marchar a sus hermanas… Sorprender a su guerrero. Era una muy buena idea, se dijo mientras en su mente empezaba a elaborar un plan de seducción para su futuro hellren.


Raysa  se abrazaba mientras recorría la habitación, sus pies descalzos no sentían el frío del suelo. Estiró nuevamente la camisa de Wrath que llevaba puesta, no llevaba nada debajo de ella. Había escogido esa camisa negra por su suave material y porque aún podía sentir en ella levemente el aroma de su futuro hellren.
Dios, esperaba que pudiera perdonarla por dudar ante su propuesta. Quería compensarlo por todo el tiempo de espera, y aunque no fue mucho, supo por comentarios que le hizo Fritz esa tarde que no estaba del mejor de los humores. Bueno, esperaba poder suavizar las cosas, ya había hablado con sus hermanas y con los guerreros pidiéndoles que los cubrieran porque esa noche no saldrían a patrullar, tenía otros planes para esa noche.
Un ruido en la puerta la hizo salir de sus pensamientos, ahí estaba su hellren, el macho al que amaba con todo su ser. Salió de las sombras y se dejó ver.
Wrath se frenó en seco cuando captó el suave aroma a jazmines de su hembra, al instante se puso duro. Cuando la vio surgir de la oscuridad, su pene se tensó aún más en sus pantalones, incomodándolo. Ella llevaba puesta su camisa, solo los últimos botones estaban prendidos y aunque le quedaba grande, dejaba al descubierto el inicio de sus senos, cubría sus piernas solo lo necesario, dejando ver los cremosos y firmes muslos. Se sintió complacido en extremo al verla con su ropa, y más le agradó la idea de quitársela, pero luego se tensó al recordar su último encuentro… Ella no había aceptado ser su shellan, al menos no en el momento en que se lo había propuesto. Le pidió tiempo para pensar y aunque sabía que era normal que lo necesitara para asimilar las cosas, le había herido que no lo aceptara al instante. Al verla ahí y de esa forma quería olvidar todo y hacerla suya hasta que lo aceptara como su hellren. Sin embargo enfrió su expresión y le preguntó con expresión taciturna:
—Raysa, ¿qué haces aquí? Deberías estar preparándote para salir a patrullar. Le pedí a Fritz que te avisara que esta noche saldrías con Kytara y Butch, ya que yo debo hacer otras cosas —le dijo mientras se quitaba los anteojos y la chaqueta para luego tirarla con descuido sobre la silla, dejando al descubierto su magnífico torso, los musculosos brazos con los tatuajes de su linaje.
Raysa se acercó un paso hacia él. Ella sabía que de cierta forma merecía que fuera reservado,  pero también tenía un poco de miedo de que se hubiera arrepentido de su propuesta.
—Esta noche no voy a salir Wrath, porque si tu propuesta sigue en pie… me gustaría quedarme con mi futuro hellren y demostrarle cuanto lo amo—murmuró sin dejar de acercarse.
Pudo sentir el momento exacto en que el macho asimiló sus palabras, el momento justo en que contuvo la respiración. Aún así, no hizo ningún movimiento para acercarse a ella.
El macho sintió la excitación de ambos en el ambiente, quería tomarla, pero primero quería estar seguro de sus sentimientos, quería que estuviera segura. Ella era su corazón, él simplemente no quería que fuera infeliz, aún si eso implicaba que no estuvieran juntos.
—Mi propuesta siempre seguirá en pie, Raysa, ¿pero eres conciente de todo lo que implica ser mi shellan, de todo lo que debes dejar atrás? Porque puedo asegurarte que no será fácil, para ninguno de los dos —le preguntó con un murmullo ronco.
La hembra extendió la mano para acariciar su rostro y él pudo débilmente ver el Rubí Saturnino brillando en su mano. De todas maneras, se obligó con la poca fuerza de voluntad que le quedaba a no moverse.
—Me tomé el atrevimiento de colocármelo, pero si te molesta, lo colocaré nuevamente sobre la mesa de noche —mientras trataba de asimilar el comportamiento aparentemente desinteresado y tenso del macho, comenzó a girar su rostro para que no viera las lágrimas que amenazaban con salir.
Se sobresaltó ante el gruñido animal que escapó de los labios de Wrath, antes de sentir como la tomaba con fuerza por la cintura, acercándola a su cuerpo mientras apoyaba la frente contra la suya.
—Tanto ese anillo como mi corazón te pertenecen, leelan, y siempre debes llevarlos contigo. —hizo una pausa para tragar—. Entonces, ¿ésto quiere decir que me aceptas como tu hellren? —le dijo mientras la besaba con delicadeza.
Raysa tomó su rostro entre las manos y esta vez no contuvo las lágrimas.
—Claro que te acepto como mi hellren, Wrath. Sé que me demoré un poco en darte la respuesta, pero me costó entender que no estaba perdiendo nada. Verás no estoy abandonando nada, al contrario, gano al amor de mi vida y aún tendré a mis hermanas conmigo. Estoy segura de que tendremos batallas, mi hellren, sólo que éstas serán en otro campo —le dijo mientras le daba pequeños besos en la mandíbula—. Solo hay un pedido que quiero hacerte,quiero que la ceremonia sea después de que eliminemos al híbrido. Quiero pelear junto a mis hermanas esa última batalla —le rogó mirando los hermosos ojos claros.
—Mi leelan, esa será nuestra última batalla, ya que también es mi deseo pelear junto a mis hermanos. Cuando acabemos con él, tú y yo tendremos una bella ceremonia de unión. Ahora basta de de tanta conversación y déjame mostrarte con mi cuerpo y mis palabras cuanto te amo —le dijo.
Raysa se alejó un poco mientras sacudía la cabeza dejándolo sorprendido.
—No, mi hellren, deja que te muestre cuánto te ama tu shellan —le dijo mientras tomaba su boca son pasión.
Hundió su lengua en la boca masculina recorriéndolo por completo, no dejando lugar sin explorar, mordisqueó los labios, lamió su boca con sensualidad mientras lo escuchaba gemir y sentía como sus manos se deslizaban por su espalda hasta situarse con precisión sobre sus nalgas, abarcándolas con sus enormes manos. Sin esfuerzo la levantó y la depositó con suavidad sobre las sábanas negras, se alejó un momento disfrutando de la vista de la hembra en su cama  y con solo su camisa cubriéndola.
Raysa fue desprendiendo uno a uno los botones, hasta quedar totalmente expuesta a su ardiente mirada, sin el menor rastro de vergüenza, extendió su mano para atraerlo hacia su cuerpo.
Wrath gruñó ante la vista de la hembra desnuda y dispuesta para él. Fue recorriendo las delgadas piernas mientras depositaba suaves besos por donde antes habían pasado sus manos, lentamente fue subiendo y la tomó con la boca, lamió, succionó mientras escuchaba como su nombre escapaba de los labios de Raysa justo en el momento en que se corría en su boca, llenándolo con su sabor dulce. Sin darle tregua introdujo su lengua en ella, imitando lo que haría después con su pene, inició un lento ritmo de entrada y salida, cuando sintió que el orgasmo nuevamente iba a golpearla comenzó a dar suaves golpeteos con la lengua contra su clítoris, haciendo que la liberación llegara casi al instante.
Mientras los espasmos iban pasando fue subiendo, lamiendo y torturando su ombligo, luego llegó a sus senos y tomo uno con la boca, lamiéndolo con fruición, raspándolo con los colmillos, provocándole nuevos estremecimientos. Siguió subiendo hasta que llego a su cuello, donde inspiró con fuerza el olor a jazmines que desprendía su hembra, llenándolo de posesividad, lamió su cuello y comenzó a torturar con las manos su vagina, acariciándola con pereza, deleitado por la respuesta desinhibida de ella, que movía suavemente las caderas y se frotaba contra su mano.
Raysa gemía mientras su sangre se convertía en fuego líquido que recorría su cuerpo, si Wrath continuaba haciendo eso, ella no podría hacer lo que se había propuesto, él continuaba vestido completamente y quería ser ella esta vez la que le proporcionara placer a su hellren. Haciendo acopio de lo que le quedaba de voluntad lo apartó suavemente.
Wrath la miró sorprendido al sentir que se apartaba de él. Lo hizo girar hasta hacerlo quedar de espaldas contra el mullido colchón. Se incorporó en la cama, se deshizo de la camisa y expuso su cuerpo a la ávida mirada masculina, lo montó a horcajadas, sin prisa le quitó la camiseta, depositando suaves y húmedos besos por su cuello y el torso, torturándolo como lo había hecho él. Con una sonrisa llevó sus manos a la cintura del pantalón, tocándolo a través de la tela, ahuecándolo en su mano, sintiendo la gruesa erección presionando, buscando liberarse. Sin prisa le quitó las botas de motorista, sus manos volvieron al pantalón y se lo quitó con lentamente mientras recorría los gruesos muslos con las manos, dejándolo desnudo ante su ávida mirada.
Cubrió el cuerpo con el suyo, apretándose a el, haciéndole sentir como encajaban perfectamente cada parte de su cuerpo, se frotó contra él con descaro, sonriendo cuando sintió las manos en su trasero, apretándolo con firmeza, rozando con su miembro la delicada entrada, acercándola a esa parte de su cuerpo que necesitaba hundirse en ella, tenerla, hacerla suya completamente.
Se acercó a su boca y le lamió la comisura de los labios, provocando un gutural gemido, sin echarse atrás y satisfecha por su respuesta, ahondó el beso, recorriendo por completo su boca, sin dejar un lugar sin examinar, tocó la punta de sus colmillos con la lengua, haciendo que la apretara mas contra él, sus lenguas se encontraron e iniciaron una lenta y sensual caricia. Con un suspiro abandonó la boca del macho mientras se deslizaba hacia abajo, notando como su cuerpo se tensaba levemente con anticipación, besó su estómago, sus caderas, deslizó las manos por el ancho pecho.
Wrath sentía que iba a estallar, la hembra lo estaba volviendo loco de placer, sentir su cuerpo desnudo contra él, su boca, su humedad, simplemente era demasiado, quería tomarla.
Raysa levantó la cabeza mientras descendía sin dejar de mirarlo y con una pícara sonrisa tomó su miembro entre las manos, provocando que el macho se arqueara en la cama ante el placer de su caricia. Sus manos lo acariciaron con firmeza, estableciendo un ritmo que lo volvió loco.
—Dios, Wrath, eres tan suave —le dijo sin dejar de mirarlo.
Quiso incorporarse para tocarla, pero ella apoyó una mano sobre su pecho, arañándolo suavemente mientras sacudía la cabeza y lamía suavemente su mentón y se demoraba en sus labios.
—Déjame mostrarte cuanto te amo, ¿sí? —Le dijo acelerando las caricias en su pene.
—Quiero tenerte, Raysa, necesito entrar ahora en tu cuerpo —dijo con los dientes apretados.
La hembra lo miró y nuevamente fue bajando la cabeza, cuando el macho sintió la boca de ella cerrarse sobre su miembro palpitante pensó que iba a correrse allí mismo, sus manos aferraron con fuerza la seda de las sábanas mientras de su boca escapaba un sonido animal.
Nunca una hembra le había dado tanto placer ni se había esmerado tanto en complacerlo. En forma inconciente tomo la cabeza de la hembra entre sus manos y la apretó contra su miembro. Sus cuerpos estaban perlados de sudor. Iba a acabar en cualquier momento, pero quería tenerla, sentir su cuerpo aferrarse al suyo.
Raysa sonrió al ver la cara de su hellren llena de placer, placer del que ella era causante, se retiró un momento mientras él se calmaba, así lo tuvo durante unos minutos, llevándolo al borde, combinando caricias, primero lo cubría con la mano y  luego lo tomaba con la boca, hasta que le suplicó que lo aceptara dentro de su cuerpo.
Raysa se detuvo con una mirada llena de satisfacción, como si estuviera esperando esas palabras de rendición se montó horcajadas sobre el cuerpo de Wrath y de un solo golpe sus cuerpos se fundieron en uno.
Soltó un grito cuando lo sintió por fin dentro de su cuerpo, llenándola. Sentía como la piel de su sexo cedía, se estiraba ante la gruesa longitud que la invadía.
Comenzó a moverse con un ritmo constante, dulce, lento, que arrancaba gemidos de placer en ambos. Sintió como el calor iba creciendo en su vientre mientras aceleraba los movimientos.
¡Dios! Ella estaba tan apretada, tan caliente, que lo llevó al límite en poco tiempo, inconcientemente empezó a acariciar su centro haciendo que la hembra arqueara su cuerpo mientras se deleitaba con su olor, con su humedad, solo dos embates más y el clímax los golpeó con tanta fuerza que ambos gritaron. Wrath echó la cabeza hacia atrás apretando con fuerza la cintura de su shellan evitando que se separara de él.
Raysa sentía los chorros de el líquido caliente dispararse en su interior mientras el aire se llenaba de un aroma especiado tan propio de él, marcándola, inundando el cuerpo femenino de su olor.
La tierra tembló unos segundos mientras su cuerpo caía exhausto sobre el cuerpo del macho.
Con lentitud se incorporó unos momentos mientras sentía la enorme mano acariciar su espalda, lo miró fijamente mientras tocaba sus labios con suavidad.
Wrath acunó su cara con las manos mientras frotaba sus labios contra los de ella.
Con un suave movimiento dejó a la vista su grueso cuello mientras la conducía hacia él.
—Aliméntate, mi leelan, déjame entrar en tu cuerpo nuevamente, deja que mi sangre te llene de vida y de luz, como tú lo haz hecho con mi vida —dijo con un ronco susurro—. Déjame estar contigo para siempre.
Raysa sintió las lágrimas agolparse en sus ojos, frotó la nariz contra su mandíbula, lamió su cuello con delicadeza, mientras sentía como los colmillos crecían en su boca. Amaba tanto a ese guerrero que se ofrecía a ella como nadie nunca antes lo hizo, era su mundo, y ella era el suyo, sus almas y sus corazones estarían unidos por siempre.
—Te amo, mi hellren —le dijo mientras hundía los dientes en su vena, llenándose de su fuerza, haciéndolo parte de ella nuevamente. …


CAPÍTULO 25


Leliel estaba en el cuarto de Rhage. Las chicas habían insistido en ayudarla, pero ella no quería. Ya bastante tenía con tener que usar un vestido. Todavía se preguntaba por qué no podía simplemente usar un pantalón.
Se acercó a la cama, aún vestía la bata negra de Rhage,  que ahora era suya. Observó la caja sobre la cama como si fuera su peor enemigo.
Entonces, le quitó la tapa y entrecerró los ojos con miedo a ver lo que había dentro…
—Oh, vamos, no te va a morder —dijo Nessa, entrando en la habitación.
—Ciertamente, no —la apoyó Kytara, que venía detrás—. Eso se lo debe reservar Rhage.
Ambas rieron fuertemente mientras Leliel las fulminaba con la mirada.
—Hermanas, estamos aquí para ayudarla —las reprendió Raysa—, no para burlarnos de ella.
—Por la cara que tiene, yo creo que lo que más necesita es un poco de humor —acotó Kytara, quien había tomado un cepillo y observaba su cabello como un científico analiza una nueva cepa nunca antes vista.
—No puedo creer que sigas en bata. Incluso yo me he arreglado —la reprendió Nessa, para luego finalizar dando una vuelta, haciendo que su amplio vestido rojo se enroscara a su alrededor—. ¿Ves? No es tan malo.
Viniendo de Nessa, suponía que era una opinión válida. Igualmente, no se adornaría con esos inútiles trapos.
Raysa se dirigió hacia la cama y abrió la temible caja. Emitió un suave jadeo al ver lo que había dentro, luego lo tomó y lo levantó suavemente, como si se tratara de un finísimo cristal y no de simple tela.
—Por la Virgen del Fade, Lel, es precioso —dijo con los ojos brillándole por el entusiasmo—. El color es magnífico —agregó acariciando reverentemente la seda de un profundo púrpura.
—Te sentará realmente bien —agregó Kytara con lágrimas.
—Y realzará el color de tus ojos. Definitivamente, Rhage querrá morderte —le dijo Nessa con una pícara sonrisa.
—Por su entusiasmo, diría que ustedes están a punto de unirse, no yo —les dijo, molesta.
—Este será un maravilloso momento en tu vida, Lel, pero como todo, hay que pagar un precio por ello —le dijo Kytara esbozando una pícara sonrisa que no pegaba con sus lágrimas de felicidad—. El tuyo, será verte como una auténtica dama.
No, ese no sería su precio. Había pagado mucho más para poder unirse a Rhage, ambos lo habían hecho. Y no sólo ellos, sino que también sus hijos. Sintiendo que la desesperación crecía dentro de ella, sonrió a su hermana y decidió enfrascarse en su problema más inmediato. El jodido vestido.
—Ustedes no entienden, ¿han visto esa falda? ¡Es amplísima! ¿Y la enagua? Creí que estábamos en el siglo XXI.
—Oh, vamos, no querrás decepcionar a tu hellren —la amonestó Raysa.
—Él me quiere tal y como soy —se enfurruñó, cruzándose firmemente de brazos.
—Pues precisamente hoy he estado hablado con él —habló Nessa, captando toda su atención—. Ya sabes, después de la comida. Me comentó que no podría unirse a una pordiosera, que él iba a desposar a una reina.
Sabía que la intención de su hermana era buena, pero hacérselo entender al manojo de nervios que era su estómago.
—Si no le gusta como veo me veo, pues puede irse al...
—Sí, sí, muy lindo —la interrumpió Kytara—. Lo que Ness quiso decir es que Hollywood se va a casar con la reina de su corazón...
—Yo no digo cosas tan cursis.
—...Así que haremos que te veas como tal —finalizó.
Raysa se acercó e hizo le tomó las enguantadas manos en las suyas.
—Te verás preciosa, créeme. Además, luego podrás desquitarte con el resto de nosotras.
Kytara rió mientras asentía, pero Nessa solo desvió la mirada.
—Ahora —continuó Raysa, tomando el vestido—, quítate esa bata.
—Al menos podré ir descalza —masculló Leliel, pasándose una mano por el cabello.
—Sí, sí… Que pena… —murmuró Kytara sin prestarle atención al tiempo que le golpeaba cabeza mientras intentaba arrancarle el cuero cabelludo con ese maldito artilugio del demonio.
Nessa ya estaba ocupada en colocarle las enaguas del vestido que habían insistido que debía llevar y se las abrochaba. Raysa desdoblada con cuidado el vestido.
Una vez vestida, y luego de haber peleado con cada prenda que le habían puesto, exclamó:
—No, no me vas a peinar. Por lo menos me pueden dejar algo que me caracterice, ¿no? —dijo casi en forma de súplica.
—No, Leliel —dijo Raysa, molesta—. No puedes estar así, toda despeinada —criticó, a lo que su hermana respondió con una mirada fatal.
—No me ofendas. Me gusta así —dijo mientras terminaba de levantarse el cabello corto de la parte de atrás de la cabeza.— ¿Ves? No queda mal, ¿o sí? —Preguntó buscando la aprobación de alguna de sus hermanas.
Cada una de ellas la miro como creyéndola loca.
—Por lo menos ponte un gel o algo —Kytara tomo el spray y se lo vació en la cabeza—. Ya está, ahora queda bien.
—Sí. También acabo de intoxicarme con eso. ¿No pensaron que quizás podría ser mortífero para los lessers? —Dijo mientras sacudía las manos en forma de abanico.
—Lo que será mortífero para ti es que nos obligues a atarte si sigues resistiéndote. Arruinarías el vestido —le dijo Nessa apuntándola con un índice amenazador.
Las miró asombrada.
—¿Qué? ¿Hay más? —Dijo mientras retrocedía—. No, ya basta de estas cosas. Ya bastante nerviosa estoy.
— Tampoco es para tanto, sólo trata de no crear ninguna chispa —Raysa leía la etiqueta de instrucciones.
Leliel la miró con odio.
—Bueno, hubieran comprado uno de tela ignífuga —dijo bastante nerviosa—. Ya, esto es una estupidez. Voy a arruinar todo —dijo caminando de un lado a otro.
—Sí… si no te quedas quieta —Raysa iba detrás tratando de acomodarle el vestido.
Leliel se paró en seco, provocando que Raysa golpeara contra su espalda.
—Basta... ya está. Estoy peinada... —se forzó a mirarse al espejo y sonrío ante la visión que veía. Después de todo, no estaba tan mal—. Estoy vestida. Sólo me falta ir a mi habitación y listo —finalizó, haciendo pucheritos a sus hermanas.
Ninguna de las tres guerreras pudieron evitar reírse, por más que lo intentaron. Leliel iba a seguir siendo espontánea y descuidada con su aspecto. Siempre prefería verse letal a sexy o elegante.
Quien la viera ahora mismo no creería que esa hembra era capaz de incendiar una villa entera en cuestión de segundos… Pero así y todo no dejaba de ser dulce. Y mucho más si hablábamos de Rhage, tan solo escuchar el nombre de su pronto hellren toda ella se suavizaba y volvía a estar en calma.
El golpe en la puerta las hizo saltar a todas.
—Leelan —se escuchó la voz de Butch del otro lado de la puerta
—¿Butch? ¿Qué quieres? —Kytara se acercó a la puerta sin abrirla.
—Rhage me mandó a preguntar si Leliel ya estaba lista. Digamos que está un poco impaciente —Butch carraspeó un poco.
—Dile a Rhage que Leliel estará lista cuando lo esté. ¡Hombres! No entienden… —agregó por lo bajo.
—Ya estoy lista —gritó Leliel, que huía de Nessa, quien intentaba ponerle un poco de rimel en las pestañas.
—Mientras más lo hagas esperar, mejor —le explicó la hembra mientras enarbolaba el pequeño utensilio—. Disfrutará mucho más el hecho de tenerte allí —agregó casi arrancándole un ojo a su hermana.
—Y tú no ayudarás afeándola —dijo Raysa quitándole el rimel de las manos a Nessa, quien puso la expresión de un niño al que le han sacado su  juguete favorito.
Kytara rió y se volvió de nuevo hacia Butch.
—Bajaremos en un momento, bebé. Sólo diles que los resultados harán que la espera valga la pena —le dio un beso antes de cerrar la puerta. Se dio la vuelta y miró a Leliel.
—¿Qué otra tortura falta? —Le espetó enfurruñada y se sentó sin gracia en la cama. Quería bajar de una maldita vez.
—Ninguna, Lel, es solo que... —se acercó y se arrodilló frente a ella y le acarició las manos, mirándola a los ojos—. ¿Cómo te sientes?
Aquello la desconcertó.
—¿Qué cómo me siento?
—Sí, cómo te sientes —repitió Raysa sentándose a su diestra.
Nessa le sonrió vacilante, mientras se sentaba a su izquierda.
Leliel se planchó el vestido mientras intentaba explicarles.
——Es extraño —dijo casi susurrando—. No pensé que me iba pasar nada de esto. No es que no sea feliz, soy más que feliz. Lo amo y no puedo imaginarme estar sin él. Es algo adictivo —dijo entre risas. Se levantó y respiró profundo—. Estoy muy bien. Soy feliz. Las tengo a ustedes. Mi maldición sigue conmigo —dijo formando un pequeño corazón, que en seguida Nessa congeló por lo que se gano la mirada desaprobatoria de su hermana—. Y lo tengo a él. Lo único que me falta es que si alguna vez en algún momento de mi vida llegara a tener la suerte de entrar en celo, quizás podría darle un hijo a Rhage —frunció sus labios—. Pero lo veo un tanto complicado —dijo guiñando un ojo y sonriendo, intentando ocultar su tristeza
—Sabes que a pesar de todo, seguiremos allí para ti, ¿no? —Le dijo Raysa acercándose.
—Aunque no podamos ayudarte, siempre te apoyaremos en todo —insistió Kytara acariciándole una mejilla.
—Después de todo, ¿quién querría pasar la mañana en vela con la cabeza agobiada por todo lo que estás sintiendo? —Agregó Nessa displicente mientras golpeaba su hombro con un levísimo toque.
Leliel sintió las lágrimas y luchó por que no se derramaran. No quería volver a pasar por lo del maquillaje. Juntó tanto aire como cupo en sus pulmones y lo dejo salir lentamente.
—Entonces… ya está. No más tortura. ¿Podemos ir? —Preguntó casi suplicando por una respuesta afirmativa.
—Si tú estás lista, nosotras también —cada una de ellas se arregló sus propios vestidos y peinados.
—Ya estoy lista —dijo Leliel, y se dirigió hacia la puerta. Sus hermanas las siguieron. Ya había llegado la hora.


En la habitación, los machos ya estaban todos preparados, esperando que las hembras bajaran. Cada uno de ellos era una imagen de seducción y elegancia.
Pero como era de esperarse, el que más sobresaltaba de entre todos era Rhage. Llevaba una túnica negra atada con un fajín, bordada con un hilo oscu¬ro. Una larga daga con mango de oro colgaba a su costado.
Parecía como si la vestimenta tuviera vida propia y se ajustaba perfectamente a cada uno de sus músculos.
Por primera vez en siglos, su pelo estaba arreglado. Se había peinado hacía atrás su melena rubia, aunque unos rizos comenzaban a revelarse.
Desde hacía más de media hora que caminaba por toda la habitación, de pared a pared, en distintos ángulos. Los Hermanos lo miraban muy divertidos, pero ninguno estaba dispuesto a interponerse en su camino.
La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a las hembras. Kytara traía puesto un vestido con corsé color bordo, adornado con pequeñas tiras.
Detrás de ella se dejó ver a Raysa, que llevaba un vestido negro, que tenía un importante tajo a un lado.
Ambas les hicieron un gesto en forma de saludo a sus machos y se ubicaron junto a Fritz.
Después, la pequeña Nessa hizo aparición dejando a Zsadist muy impresionado por el cambio. Llevaba puesto un vestido color rojo con una amplia falda. De repente, se dio cuenta de algo sorprendente… la echaba de menos. La había estado evitando luego de que le diera de su vena. Incluso había convencido a Phury de que saliera con ella a cazar. Ahora que la veía, parecía totalmente diferente a como la recordaba, aunque igual. Su sonrisa contagiaba felicidad, pero ésta no llegaba del todo a sus ojos.
Rhage, expectante, fijó la vista en la puerta… hasta que ella apareció.
Todo su cuerpo se tensó.
Si antes amaba a su guerrera, hoy definitivamente quería morir al lado de ella. Estaba hermosa… y podría jurar que esa palabra no podía describir del todo como la veía.
Tenía puesto un vestido con corsé color púrpura. La falda caía libremente en distintos pliegues apenas visibles y terminaba con una pequeña cola en un tono más claro que el resto del vestido.
Lo que más le llamó la atención fue su peinado. Tenía el cabello medio revuelto y algunas mechas caían de forma espontánea. Nadie más que ella podía estar peinada así para semejante acontecimiento. Así y todo le quedaba hermoso.
Sonrió para sí mismo.
Leliel sentía la mirada penetrante de Rhage. La hacía sentir importante, hermosa. Podía sentir la necesidad de él y entonces su cuerpo reaccionó de la misma forma. Tensó fuerte su mandíbula ante la ola del aroma a vinculación de él. Jamás se saciaba de ella y ella jamás se saciaba de él.
Caminó con paso firme y elegante hasta donde estaba él. Se sorprendió cuando la figura de la Virgen Escriba apareció delante de ellos.
Leliel apretó fuerte la mano de Rhage, había creado ese idioma exclusivo para que ella mantuviera la calma.
—No tengo la necesidad de presentaciones —habló de forma firme, al leer el pensamiento de Wrath, que precedería la ceremonia. Ella extendió su mano a Leliel—. Tú, guerrera que eres regida por el fuego, a quien en esta vida hemos designado el nombre de Leliel. Este macho te pide que lo aceptes como su hellren. ¿Lo crees digno de serlo?
Leliel asintió.
—Claro que lo acepto —volvió su mirada a Rhage que no quitaba la vista de ella—. Sí, lo acepto.
Entonces la pequeña figura centró su vista en el guerrero.
—Guerrero, esta guerrera te respetará. ¿Darás la prueba de valor por ella?
Él levanto el rostro con orgullo.
—Claro que lo haré —dijo muy seguro de sí mismo.
—¿Te sacrificarás por ella y la defenderás de cada uno que quiera hacerle daño?
—Siempre lo haré —respondió con voz profunda.
—Guerrera dame tu mano.
Leliel extendió su mano con la palma hacia arriba.
La Virgen Escriba giró la muñeca. Los pliegues se movieron y le cubrie¬ron la mano. Sintió un extraño cosquilleo, como una pequeña descarga eléctrica.
—Guerrero —Rhage extendió su mano, que también se vio oscurecida por la túnica negra.
De repente, una ola de calor rodeó a ambos, envolviéndolos. Ellos se miraron sonrientes.
—¡Oh! —Dijo la pequeña mujer debajo de la tunica—. Ésta sí que es una buena unión. Una ex¬celente unión —dijo observando a los guerreros frente a ella—. Después de todo, valió la pena todo sufrimiento. Pronto tendrán su recompensa —finalizó mientras se desvanecía en el aire.
Ninguno de los presentes le prestó atención a las palabras de la Virgen Escriba, pues pronto ambos estaban abrazados besándose.
Rhage se separó de ella entre gruñidos.
—Ya pronto terminaremos, tahlly —dijo besando la palma de su mano.
Rhage deshizo el nudo del fajín y dejó al descubierto su torso.
Leliel sintió una punzada de dolor, sabía muy bien qué era lo que sucedería a continuación, pero no había modo de evitarlo. Sería una deshonra para él como macho. Como su, ahora, hellren.
Sus hermanas, por instinto, por aquella empatía que siempre las unió, en silencio y sin decir nada, la rodearon.
Rhage se arrodilló ante sus hermanos, dándoles la espalda, y bajó la cabeza.
Fritz acercó una pequeña mesa, donde había un cuenco de cristal lleno de sal, una jarra con agua y una caja negra.
Wrath se acercó a él.
—Guerrero, ¿cuál es el nombre de tu shellan?
Rhage, tenso, respondió:
—Leliel.
En seguida se escuchó un sonido metálico, y entonces Wrath desenfundó su daga negra y se inclinó sobre la espalda desnuda.
Todos quedaron atónitos cuando el dragón que llevaba en su espalda se movió hacia abajo dejando un espacio libre, para lo que venía.
Leliel reprimió un grito, y se aferró a Nessa, la única de sus hermanas que no podría lastimar teniendo tan alta temperatura en su cuerpo.
Nessa no supo de donde, pero increíblemente salieron palabras de consuelo. No es que ella no quisiera a sus hermanas, pero siempre optaba por otros métodos de demostración de afecto.
—Shhh… tranquila, Lel. Debes estar orgullosa por el acto que estás presenciando. Él de verdad te ama —dijo casi en un susurro. Después de todo, todos merecían tener a alguien a quien amar y alguien que en verdad los ame
   Los Hermanos continuaron pasando, haciéndole la misma pregunta. Sentía dolor en cada marca, agradecida a la Virgen Escriba que solo la nombró Leliel.
Cuando terminaron, Wrath tomó la jarra con agua y la volcó en el cuenco de sal, para luego derramar la mezcla sobre la espalda de Rhage.
Pudo notar el dolor que le provocó a Rhage cuando el agua salada tocó su piel. Pero él solo se limitó a tensar sus músculos y cerrar fuerte los puños.
Luego, quien precedía la ceremonia, tomó la caja negra y sacó un paño blanco con el que secó la herida y lo volvió a colocar dentro de la caja.
—Levántate, Guerrero.
Rhage hizo lo pedido.
Cuando se levantó se pudo ver, cruzando sus hombros, el nombre de ella tatuado, formando un ar¬co con letras inglesas antiguas.
Wrath le entrego la caja.
—Lleva esto a tu shellan como símbolo de tu fuerza. Así sabrá que eres digno de ella. Que tu cuerpo, tu corazón y tu al¬ma están ahora a sus órdenes.
Rhage se dirigió hacia donde estaba Leliel, ahora sola. Sus miradas se encontraron… él le sonrío, diciéndole una cantidad de cosas que solos ellos entendían. Leliel respondió con otra sonrisa, se moría por correr a abrazarlo y besarlo, pero se contuvo.
Se arrodilló frente a ella y bajó su cabeza.
—¿Me tomarás como tuyo? —Preguntó casi en un susurro.
Leliel tomó la caja de sus manos.
—Sí, sí te acepto —dijo conteniendo el mar de lágrimas que pronto se desataría en sus ojos.
Él se levanto y Leliel le entregó la caja a Kytara que estaba cerca, para luego lanzarse a los brazos de Rhage. Besó su cuello, luego su mejilla, sus labios y volvió a abrazarlo.
—Te amo, mi Gràhd —dijo apretando fuerte su agarre, mientras las lágrimas traicioneras escapaban sin control alguno.
—Y yo a ti, tahlly —dijo él, acariciando su espalda.
Mientras, los Hermanos iniciaban un cántico, en forma de rezo. Ellos se quedaron ahí, juntos… abrazados. Ahora ya nada los separaría.
Eran uno solo.
Al final todo lo que habían pasado había valido la pena.
Nunca más estarían solos, ahora ambos tenían a alguien con quien compartir sus vidas y, lo más importante de todo, era que estarían juntos.
Rhage la hizo girar y la abrazó por la espalda, aferrándola a su cuerpo. Ahora era su hembra y nadie se la quitaría.

El cántico fue aumentando de forma gradual, pero una voz fuerte comenzó a sobresalir entre las demás, entonando las notas cada vez más altas. El sonido del te¬nor resultaba tan claro, tan puro, que erizaba la piel.
Era Zsadist.
Nessa levantó la cabeza sorprendida al darse cuenta de quien era el dueño de esa voz. Los ojos le picaron por las lágrimas no derramadas. Tenía una voz preciosa. Entonces… No había sido un sueño. Él le había cantado para consolarla aquella noche.
Cerró los ojos y se dejó inundar por el precioso sonido, tratando así de alejar, de sacar de dentro de sí cualquier otro sentimiento que no fuera la dicha por su hermana, por Leliel, el orgullo por ella y el deseo de que lo mismo le llegara pronto a Kytara y a Raysa.
Cuando sintió la humedad en sus mejillas, se dijo que no era otra cosa más que emoción por el feliz acontecimiento.


CAPÍTULO 26

Nessa abrió la puerta de su habitación y mientras la cerraba de una patada luego de entrar, con unos pocos y efectivos movimientos, logró deshacerse del largo vestido rojo con el que Kytara la había empaquetado. Alzó las manos y se desarmó el complicado peinado que Raysa le había hecho. Sacudió la larga cabellera rizada y se estiró con sumo placer. Ah, la sensación de libertad.
Se dirigió hacia el baño y encendió la ducha. Cuando el agua estuvo a la temperatura adecuada, se metió bajo ella. La fiesta de su hermana aún no había menguado del todo, pero sencillamente ya no podía permanecer allí, y eso hacía que se sintiera envidiosa y egoísta. Refregó su cuerpo con más fuerza de la necesaria. No era que no se sintiera feliz por su hermana, al contrario. Pero saber ahora cuáles eran sus sentimientos…
Salió de la ducha reprimiendo un grito de frustración. Se secó y se vistió con una falda amplia azul y una musculosa celeste que dejaba al descubierto parte de su vientre.
Tendría que sentirse dichosa, pensó mientras enroscaba un rizo en su dedo. Ahora tenía un nuevo hermano. Pronto, estaba segura, tendría dos más. Y mientras las cosas siguieran así, antes de que se diera cuenta, ya sería tía. Inconscientemente, se llevó una mano al vientre plano y la posó allí. Dándose cuenta de su acción, la quitó bruscamente.
Ahora de vuelta estaba pensando en él. Se apoyó contra una pared. Si cerraba los ojos, podía sentir de nuevo su sangre bajando por su garganta, alimentándola. Podía sentir su sabor especiado y el poder que contenía. Suspiró. No lo había visto mucho desde entonces. El muy desgraciado le había contado de su herida a Wrath y eso le había valido estar un tiempo sin salir. Cuando por fin había podido hacerlo, lo había hecho acompañada de Phury. En la ocasión en que por fin salió con él, Vishous los había acompañado.
Esa noche había sido la ocasión que más cerca había estado de él y durante más tiempo. Le había parecido hermoso con sus ropas ceremoniales. Y cuando lo oyó cantar, su corazón había latido al compás de su voz abrumadora. El que le hubiera cantado para tranquilizarla cuando estuvo sumida en horribles recuerdos era un magro consuelo.
Durante la fiesta, ya vestido con su acostumbrado pantalón negro holgado y una camisa también negra, fiel a su costumbre, se mantuvo siempre apartado en las sombras, con una manzana en las manos. Casi había tirado a Raysa al suelo al llevársela por delante por ir distraída observándolo, y considerando que su hermana era bastante más alta que ella, significaba algo. Al verla, Rhage le había dicho que si quería bailar con el novio, sólo tenía que decirlo, que no hacía falta llamar la atención de ese modo. Acto seguido, la había tomado y había comenzado a zarandearla por toda la maldita sala como si fuera una muñeca de trapo. Sólo había conseguido que la liberase cuando amenazó a Leliel de que si no intervenía, se quedaría sin noche de bodas. Cuando por fin estuvo sobre suelo firme y luego de lanzarle un puñetazo a Rhage, que el vampiro esquivó con habilidad, riendo mientras volvía a tomar a Leliel en brazos, se giró para poder echarle otro vistazo, pero Zsadist ya no se encontraba en la habitación. Phury miraba atentamente una de las puertas, que estaba entreabierta. Poco después, Nessa había optado por su propia desaparición.
Se separó de la pared. Lo amaba. La certeza de eso le parecía ahora tan obvia que no entendía como es que le había costado tanto entenderlo. Se subió a la cama y se quedó arrodillada allí. Lo amaba, por supuesto, y no había nada que pudiera hacer. Lo había besado y él ni siquiera se había inmutado. Sintió como la envidia comenzaba a invadirla de nuevo. Saltó rápidamente de la cama y comenzó a deambular por la habitación. Mientras estuviera en movimiento, ningún sentimiento o pensamiento idiota vendría a ella. Sólo debía sentir la felicidad de sus hermanas y sentirse feliz por ellas.
Pero, ¿la convertía en una criatura mezquina el desear un poco de esa felicidad para ella misma?
Suspiró dirigiéndose hacia una de las ventanas y la abrió de par en par para dejar entrar la brisa nocturna, que la envolvió rápidamente. Se frotó los brazos cuando se le erizó la piel. Una gota le cayó sobre el hombro desde su cabello aún mojado mientras un profundo trueno resonaba en la lejanía. Se le erizó aún más la piel. No le gustaba el agua de las tuberías, era demasiado… metálica. Pero no era por eso que tenía esa sensación en la piel. La razón era la tormenta que se estaba acercando.
Un nuevo trueno se escuchó, más fuerte que el anterior. Nessa sonrió. Era justo lo que necesitaba. No quería ir hasta abajo para poder salir, por si llegaba a toparse con alguien. Se asomó a la ventana. Si se descolgaba con cuidado y aprovechaba sus manos y sus pies pequeños para poder aferrarse a la grietas de la pared, estaría en el patio en menos de un minuto.
¿Sabes? Por ser vampiro, tienes una habilidad llamada desmaterialización. Suele ser muy útil en casos como estos.
—Tal vez. Pero así es más divertido —le respondió a la voz.
Sonriendo aún más, se arremangó la falda y colocó un pie desnudo sobre el alfeizar.


Zsadist deambulaba por el piso de abajo de la mansión. Se encontraba sumamente inquieto y necesitaba salir a cazar, pero esa noche estaba prohibido debido a la ceremonia de emparejamiento de Rhage. Había ido al gimnasio para calmar las ansias, pero cuando llegó allí, simplemente se había quedado sentado sobre uno de los aparatos sin hacer nada.
Debería irse a dormir, pero esa era la razón de su inquietud. Cada vez que dormía, soñaba. No esas pesadillas sobre el ama a las que estaba acostumbrado. Se trataban de sueños confusos, aunque muy vívidos, y siempre despertaba de ellos con el sexo duro. Se trataba de ella, maldita sea. Nessa. Todo había comenzado después de que la alimentara. Era por eso que trataba de evitarla. ¿Cómo podía mirarla a la cara sabiendo que la mancillaba en sus sueños? La hembra no se merecía eso.
Se giró hacia la dirección de la que venían los ruidos y las voces y se le vino a la mente el momento en que Rhage la había tomado en brazos. Un gruñido brotó de lo profundo de su pecho. Apretó los puños fuertemente, conteniéndose para no ir en busca de su hermano. Lo mismo le había sucedido en aquella habitación, pero había logrado irse a tiempo, con la mirada de Phury clavada en la espalda.
Se tocó los labios con la mano que sostenía la manzana. Si su gemelo supiera lo que le había hecho, no seguiría empujándolo hacia ella. ¿Por qué la había alimentado? Su sangre la recorría, estaba dentro de ella como su cuerpo nunca podría estarlo.
Maldijo por lo bajo, reprimiendo sus pensamientos. Necesitaba irse de la mansión y estar solo, alejarse lo más posible, hasta que su cordura, si así podía llamársele, regresara. O al menos hasta que ella se fuera, cosa que dudaba. Si sus hermanas estaban aquí, no se iría a ningún otro lugar. Saltaba claramente a la vista que siempre habían permanecido juntas. Que gran mierda. Ella era un problema que debía evitar.
Aún así, cerró los ojos y, como todas las noches, la buscó mediante la sangre que le había dado.
Frunció el ceño, extrañado. Se encontraba fuera, en el patio. Se dirigió hacia una ventana y miró hacia fuera. Llovía a cántaros. Fue hacia la parte posterior de la casa, donde estaban las puertas que conducían al patio trasero, donde ella se encontraba. Dejó lo que le quedaba de manzana sobre una mesa al pasar y al llegar a las puertas de vidrio se detuvo y observó en profundidad la noche, tratando de ver a través de las capas de lluvia.
Y la vio. Vestida de azul claro, con la cabellera resplandeciendo, giraba como si danzara para atraer la lluvia, con los brazos abiertos como si quiera abrazar la noche. De alguna forma, sabía que estaba sonriendo.
Y era hermosa.
El deseo lo embargó tan de repente que fue como si le hubieran dado con una barra de hierro en medio de la espalda. Tuvo que apoyar ambas manos sobre el vidrio para sostenerse.
Parecía aún más pequeña a la distancia, como un hada blanca salida de algún cuento, llena de luz, de vitalidad. Una vitalidad, no pudo evitar pensar, que él, con su sangre, le había otorgado.
Su miembro se endureció y la palabra “Mía” resonó fuertemente en su cabeza.
Antes de registrar siquiera la orden que había dado su cerebro, abrió la puerta y salió, pero se detuvo cuando sintió la lluvia cayendo sobre su cuerpo, como saliendo de una ensoñación. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? Debía irse de allí, alejarse, ahora. Y sin embargo, dio un paso hacia delante y luego otro. Comenzó a avanzar, pero muy lentamente, como midiendo cada centímetro que recorría.
Nessa se había quedado quieta, con los brazos aún extendidos y el rostro hacia el cielo. Estaba de espaldas a él, por eso no lo veía acercarse.
Mientras se aproximaba lentamente, le sorprendió nuevamente lo pequeña que era para ser una hembra de su raza. Una hembra guerrera. Pensó con enfado que no tendría que estar luchando para proteger a la raza. Así mismo, él tampoco debería estar acercándose a ella.
Estaba completamente empapado, pero no lo notaba. Sí notaba como la ropa mojada de Nessa se ajustaba a sus curvas, mostrando todo aquello que el vestido rojo que llevaba más temprano había ocultado. Se le ocurrió que tal vez alguno de sus hermanos podría estar observando desde una de las ventanas de la mansión el espectáculo que la hembra representaba.
Mía, volvió a pensar con enfado.
Siguió acercándose y notó como a pesar de la lluvia, su aroma era más fuerte de lo que recordaba. Aspiró profundamente para llenar los pulmones de él. Se detuvo por fin, a poco más de un metro de ella. No sabía como podía parecerle hermosa de espaldas, pero lo hacía.
Nessa bajó los brazos y suspiró con placer. Agitó la cabeza de un lado a otro y las gotas que salieron disparadas de su cabello lo alcanzaron. Las puedo distinguir claramente de las gotas de lluvia. Se giró hacia él con una expresión calma en el rostro. Cuando abrió los ojos y lo vio al frente suyo, se sorprendió. Mas luego sonrió.
—Zsadist —dijo.
Cuando vio su sonrisa, sintió una ganas tremendas de salir corriendo, aunque no sabía si para dejarla atrás o para arrastrarla con él. No le respondió, divido entre esos dos deseos, y la sonrisa de ella desapareció. Fue como si una luz se apagara. Le hizo una seña con la cabeza como respuesta.
—¿Qué haces aquí fuera? —Le preguntó, dudosa.
—¿Qué haces tú aquí? —Era mejor que no supiera sus motivos.
—Sentí el agua y tuve que salir. Me llamaba.
Asintió ante sus palabras y ella rió, como si estuviera feliz, y su risa sonó como si una fina llovizna cayera sobre una gran campana de cristal. Cerró los ojos para deleitarse con su sonido.
—Zsadist, ¿qué haces aquí…?
—¿Cómo te sientes? —La cortó.
Lo miró confusa un momento.
—¿Cómo… me siento?
—Sí, ya sabes. Por la sangre.
—Oh. Muy bien —volvió a sonreírle—. Hacía mucho que no me sentía tan bien… —su voz se fue apagando y su sonrisa vaciló. Volvió a levantar el rostro hacia el cielo. Aún así, pudo notar como un suave rubor teñía sus mejillas.
Sabía en qué estaba pensando, pues él también lo estaba haciendo. Aquel fugaz beso que le había dado antes de marcharse luego de alimentarla. Había estado mal, no debía sentirse de esa forma hacia él. Pero lo peor de todo era que a él le había gustado ese breve contacto entre sus labios.
Esperó hasta que sus ojos grises volvieron a posarse sobre él para preguntarle. El rubor ya se había ido.
—¿Por qué?
Lo miró, confundida otra vez.
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Por qué hice…?
—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando —la cortó de nuevo, esta vez con voz filosa.
Sus mejillas volvieron a teñirse de rojo y se mordió el labio inferior, dejando al descubierto uno de sus colmillos. El recuerdo de esos colmillos traspasándole la piel lo embriagó. Ella miraba hacia cualquier parte menos a él, como buscando una respuesta en la noche. Cuando al fin lo miró a los ojos, sólo se encogió de hombros. Alzó una ceja interrogante como respuesta a su gesto mientras avanzaba un paso hacia ella.
—Yo… —comenzó a balancearse hacia delante y hacia atrás sobre sus pies y puso las manos tras la espalda—. No lo sabía. En ese momento sólo tuve el impulso y me dejé llevar.
—¿No lo sabías? —Le preguntó.
—Estaba muy agradecida contigo —dijo ignorando su pregunta, mirando de nuevo hacia cualquier parte.
—¿No lo sabías? —Repitió, acercándose más.
—Aún estoy muy agradecida —seguía con la vista perdida.
—¿No-lo-sabías? —Su voz era dura y estaba más cerca aún.
De repente, clavó la mirada en la suya. Sus ojos brillaban como plata bajo la lluvia.
—Lo hice y ya, ¿de acuerdo? Deja de fastidiarme —dejó de balancearse y se cruzó de brazos en un ademán enfadado.
—Creo haberte pedido lo mismo muchas veces —seguía acercándose. Tenía el cuerpo algo inclinado hacia delante, como en posición de ataque, y la cabeza algo baja, la miraba directamente.
—Pues podrías enseñarme como llevar a cabo esa petición. Tal vez me sirva con otros machos intolerantes —a medida que iba acortando la distancia entre ambos, iba alzando un poco más la barbilla, desafiante.
—Te creía una hembra inteligente —se detuvo al fin, su pecho a escasos centímetros del de ella.
—¿Me estás llamando idiota? —Sus ojos se entrecerraron con enojo.
—Tal vez. Si fueras inteligente, no habrías hecho eso.
Sus ojos se agrandaron, brevemente sorprendida. Luego frunció el entrecejo.
—¿Acaso se me contagiará la rabia? —Se burló.
—Eres realmente idiota —le dijo en un siseo.
Su espalda se tensó ante el insulto y se irguió en toda su estatura. Era pequeña, pero emanaba poder. Sonrió de una forma muy poco cálida.
—¿Hubieras preferido que me alimentara de Phury? ¿Qué lo besara a él? —Eso era un golpe bajo, pero no le importó.
Ahora fue su turno de tensarse y erguirse ante su ataque. Sus palabras calaron hondo dentro suyo y le dolieron, pero no por la malicia con la que fueron dichas, sino por la verdad que encerraban y que, sabía, ella ignoraba.
—Sí —le respondió con honestidad.
Nessa bufó y colocó las manos sobre las caderas.
—Por favor, no seas hipócrita —le dijo—. Ensucias mi agua.
Zsadist cerró los ojos y gruñó. Lo exasperaba que no entendiera.
—Debes alejarte de mí, no soy bueno.
—No te besé porque fueras todo rositas —dijo lacónicamente.
—Nessa, no debes acercarte a mí. Por tu bien, sólo aléjate, ¿de acuerdo? —Dijo firmemente y vio como sus ojos se apagaban. Otra vez aquella mirada, odiaba verla en sus ojos—. No es por ti. Maldita sea, no es por ti, es por tu bien, compréndelo —quería tomarla de los hombros y sacudirla para que entendiera, pero sospechaba que tocarla no sería bueno.
—Ya. Pues si no es por mí, no será por ti tampoco.
—No estoy bien.
—No lo creo.
Maldita fuera su obstinación.
—Soy peligroso. Te arruinaré. Corre. Huye.
—Hasta ahora has sido y hecho todo lo contrario.
—Aléjate de mí.
—No.
Hubo algo en el tono de su voz que lo perdió totalmente, No sabía qué, pero había algo más que simple obstinación en esa palabra que alejó gran parte del frío en su interior. Por alguna razón, ahora sentía a la lluvia tibia. ¿Cómo podía salvarla de perderse si él mismo estaba perdido?
—Te lo advertí.
—Te desoí.
—No quiero reclamos luego.
—No veo por que habría de reclamar algo.
—Estás aquí bajo tu propio riesgo.
—Nunca pretendí lo contrario.
Aunque aún caía, ya no sintió la lluvia. Ambos estaban perdidos desde hacía mucho.
Nessa vio como las manos de Zsadist se alzaban para tomar su rostro entre ellas y como su boca descendía hacia la suya. Había esperado un beso arrebatador, poderoso, devorador. Contrariamente, el contacto entre sus labios era tan suave que temía estárselo imaginando, pero no quería abrir los ojos para comprobarlo. Si era una ilusión, era demasiado hermosa para romperla.
Cuando un levísimo aumento en la presión sobre sus labios se lo confirmó como real, sintió como su corazón moría un instante, para volver luego a la vida con un inusitado vigor. Quería alzar los brazos y rodear con ellos sus hombros para abrazarlo, pero intuía que si lo tocaba con algo más que su boca, él pondría fin a todo aquello. Y no quería que terminara jamás, así que simplemente apretó fuertemente los puños para aguantar la tentación y dejó los brazos caídos a los costados del cuerpo.
Estaban totalmente inmóviles bajo la lluvia, como si fueran una estatua que representaba a dos antiguos amantes ya olvidados.
Pero no, estaban vivos y no del todo inmóviles, puesto que la presión que Zsadist ejercía sobre sus labios era cada vez mayor, como si poco a poco se fuera convenciendo de su acción.
Luego de una eternidad y con una lentitud que la hizo suspirar sutilmente, el macho fue abriendo poco a poco sus labios, hasta terminar capturando, con una firmeza suave que le decía que eso era exactamente lo que quería, su labio superior entre los suyos propios y así permanecieron otra vez largamente.
Llegado un momento, Nessa supo que él no avanzaría más allá y que dependería de ella el guiarlo hasta el final.
Para que no se apartara, lo imitó y, sutilmente, de a poco, fue tomando ella su labio inferior entre los suyos, hasta que sus bocas quedaron totalmente entrelazadas. Lo dejó acostumbrarse a la sensación y cuando lo sintió seguro, aumentó la presión de sus labios, mientras cercaba un poco más su rostro alentándolo a hacer lo mismo.
Y cuando él le respondió, su corazón saltó hasta llegar a la luna que los observaba destrás de las nubes, para luego lanzarse en caída libre de nuevo hacia su pecho. Comenzaron así una lenta pero dulce danza entre sus labios nada más, acariciándose con infinita ternura.
El sonido de la lluvia cayendo a su alrededor los arrullaba, y Nessa sintió como Zsadist movía uno de sus pulgares, acariciando su mejilla. Animada, levantó suavemente la mano derecha y la apoyó con delicadeza sobre su abultado bíceps. El vampiro continuó acariciando su mejilla y ella fue quien sintió ahora la seguridad suficiente como para posar las manos sobre sus hombros tan anchos. El amor que sentía por él la inundó completamente, y si alguna vez había pensado que con el tiempo quizá todo pasaría, ahora supo que sería para siempre, que Zsadist sería el único vampiro al que amaría. Abrió la boca y tocó sus labios con la lengua.
Zsadist se quedó completamente quieto al sentir el contacto y ella se detuvo también, esperando ya que separara sus bocas definitivamente. Pero él volvió a acariciar sus mejillas, y tocó también sus labios con su lengua.
Con el alivio recorriéndola, Nessa se quedó quieta aún, esperando que él continuara. Pero de nuevo Zsadist no siguió avanzando y tuvo que tomar el mando otra vez. El vampiro había cerrado la boca, entonces lo instó con la lengua, acariciando sus labios, a que la abriera de nuevo, a lo que él accedió. Lentamente, introdujo la lengua en su boca y tocó la suya. Cuando no le respondió, Nessa comenzó a darle pequeño golpecitos con ella, invitándolo a que se uniera a su juego, hasta que la lengua de Zsadist se movió. Dándole tiempo y espacio, se quedó quieta otra vez.
Fue el turno de Zsadist de saborear sus labios, que habían vuelto a moverse junto a los suyos, captando así el sabor de la lluvia. Penetró finalmente su boca, y la recorrió por completo, hasta el último recoveco, saboreándola totalmente. Finalmente, ella se unió a él.
Las lenguas de ambos se unieron a la danza que habían comenzado sus labios, para sentirse finalmente el uno al otro, probando sus sabores, descubriendo los secretos de sus cavidades, chupando, lamiendo, provocándose el uno al otro.
Y así, de a poco, fueron aumentando el ritmo, tan lento al principio que parecía que iban en cámara lenta, hasta llegar por fin a concretar ese beso poderoso, arrebatador y devorador que Nessa había esperado, que demostraba la necesidad que tenían el uno del otro.
Zsadist había llevado las manos desde su rostro hasta su nuca y había tomado en ellas mechones de su cabello que apretaba con fuerza en sendos puños.
Nessa se embriagó con la agradable sensación de besar y ser besada por el simple hecho de querer hacerlo, ambos, por el placer de hacerlo. Amándolo aún más, finalmente lo abrazó.
Zsadist apretaba la boca de Nessa fuertemente contra la suya. Sentía que ella quería devorarlo, lo que estaba más que bien para él, pues quería exactamente lo mismo. Su boca era sumamente dulce y cálida, y él tomaba absolutamente todo de ella. Era su primer beso y era algo sumamente superior a lo que pudiera haber imaginado o soñado.
Las manos de Nessa estaban sobre sus hombros. En un momento, le dieron un breve apretón y luego pasó los brazos tras su cuello, aferrándose a él, abrazándolo.
Esa acción de la hembra le devolvió un poco de cordura. Volvió a sentir la lluvia cayendo sobre ellos. Aflojó los puños, que sujetaban su cabello, y volvió a sujetarle el rostro con las manos. Poco a poco, comenzó a reducir el ritmo y la intensidad del beso. Había ido demasiado lejos, pero no iba a separarse así como así, ella no merecía un desprecio semejante. Ignoró esa parte de su cabeza que le decía que no lo hacía porque él tampoco quería separarse.
De a poco, se fueron calmando, hasta detenerse. Dejó un último y casto beso sobre sus labios, como el que ella le había dado luego de alimentarla, y la soltó.
Se irguió poco a poco y la observó. Nessa aún tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta. Tenía los labios rojos e hinchados, brillantes. Respiró hondamente y luego se lamió los labios con la lengua, como queriendo capturar el último vestigio de su sabor.
Ese gesto hizo que su pene se endureciera hasta un punto imposible y quiso gemir. Mía. Cerró los ojos con fuerza y apretó los puños. Era todo lo que podía hacer para no cargarla sobre su hombro y llevarla adentro a un lugar más cómodo y seco, para explorarla más profundamente.
Abrió los ojos y la miró. Aún tenía los ojos cerrados. La exploró en detalle con la mirada, de abajo hacia arriba. La falda mojada se la pegaba a las esbeltas piernas. Desde las caderas hasta el ombligo tenía la piel desnuda, el vientre plano y la piel cremosa. Luego comenzaba la pequeña blusa celeste, empapada. Sus senos redondos y los pezones, duros por el agua fría y la excitación que podía oler en ella, se destacaban claramente.
Cerró de nuevo los ojos y expulsó el aire bruscamente. Debido al beso, ya estaba demasiado estimulado y el observarla así… Era demasiado. Tenía que irse.
La miró otra vez. Nessa lo observaba ahora y sus ojos brillaban como la plata. Gotas de lluvia descansaban cómodamente en sus labios. Le sostuvo la mirada firmemente, como retándolo a que dijera algo. Pero ella sólo se la devolvió sin reproche alguno en sus grises profundidades, tal como le había dicho.
Asintió una única vez, como cerrando algún acuerdo tácito. Lentamente se volteó y volvió a la mansión. Una vez dentro, al llegar al segundo piso, se acercó a una ventana y observó hacia fuera. Nessa estaba dando vueltas bajo la lluvia, con los brazos extendidos, el rostro vuelto hacia el cielo y en el rostro, aún a la distancia, se podía distinguir una luminosa sonrisa.
Se quedó observándola largo rato, luchando contra los instintos que reclamaban lo que estaba viendo como propio. Antes de rendirse a ellos, se dirigió a su habitación, tratando de ignorar el aroma a oscuras especias que emanaba de su cuerpo.


CAPÍTULO 27

Se encontraba muy nerviosa, desde que se dio cuenta de lo que le pasaba, al principio le hecho la culpa a la nueva amenaza que se alzaba contra la Hermandad.

Pero luego al ver que su cuerpo también sufría cambios al igual que su estado de ánimos, ya no sabia que pensar.

Hasta hace unos día atrás  teniendo una charla con las hermanas, le recordaron algo que nunca tuvo que olvidar, mas en esta situación en la que se encontraban.

Desde hacia una hora que estaba caminando de un lado a otro de su cuarto, y ya no soporto mas la tensión, y se encerró en el baño.

Diez minutos después salió de él mas tranquila, sus sospechas estaban confirmadas.

Estaba  embarazada.

— Voy a ser mamá. — Se sentó en la cama, comenzando a llorar… y a reír.

En esta situación  la encontró Butch. Y se dirigió  hacia ella rápidamente. La levanto de la cama, tomándola en brazos, la miro muy detenidamente, el  creía que en la pelea de esa noche no le había pasado nada, pero parecía que se equivoco.

— Ky, leelan… que te pasa? — Con sus manos recorría su cuerpo tratando de encontrar algo anormal.

Kytara tomo el rostro de Butch entre sus manos y lo miro transmitiéndole todo el amor que podía en ese momento.

— Nullum... te tengo que decir algo. — todavia no podia parar de llorar. — Lo acabo de descubrir.

—No me asustes... que pasa ... Ky?— No quiso que su voz transmitiera la desesperacion que sentia en ese momento pero el ver las lagrimas de su pequeña lo asustaba como nada en su existencia

— Estoy embarazada… vamos a ser padres.

En la cabeza del guerrero, solo escuchaba las dos primeras palabras, una y otra vez.          
Hasta que su cerebro lo asimilo.
 
— Estas embarazada? — Todavía le era imposible esa información. — Vamos a tener un bebe?
 
Kytara asistió con la cabeza.

Entonces los fuegos artificiales estallaron el la habitación.

Con un rugido, Butch  la alzo y se puso a girar como un loco, cuando se detuvo cayo en cuenta que estaba llorando.

—Un bebe… — Se arrodillo, levantándole la remera a Kytara, apoyo su mejilla sobre el estomago. Su hijo estaba allí. Le dio un tierno beso.

Kytara le acarició el cabello, su Nullum...

Cuando se levanto lo primero que le pregunto fue. — Pero como ? si nunca estubiste en la epoca de celo?

— Si lo estube... pero nadie se entero porque oculte todos los sintomas... que te crees que tu puedes ser el unico en hacerlo? — Con un brazo de él sobre los ombros se fueron hacia la cama donde se sentaron, ella en las rodillas de Butch, este la abrazo y coloco amorosamente una de sus manos sobre su vientre.

— Puedes?... Pero si me contaron que es algo que se siente tan potente que ningun macho lo puede dejar de persivir... y la fuerte necesidad que una hembra siente?

— Es verdad... pero no todas fueron criadas por la VE y consagrar su virginidad a ella...Cuando fue mi primer periodo... tuve la mala suerte que fuera justo en medio de una pelea, los fuertes calambres me segaron de tal manera que casi acaban con mi vida, mis hermanas al ser mayores sabian lo que me pasaba, me ayudaron a salir pero desgraciadamente me dejaron en un pueblo, cerca de una choza donde habia varios civiles, estos al sentir mi aroma se lanzaron por mí... como en una caseria... — al recordar ese momento volvió a sentir la desesperación de no poder usar su poder bien, se sentía desprotegida. Sintió bajo suyo que el cuerpo de Butch se tensionaba. — Por suerte Nessa vino a mi rescate pudiéndome salvar. — Butch solto un gruñido, otro motivo mas para apreciarla. — Entonces la VE ideo un te muy especial, mezcladon varias hiervas que solo creia en el otro lado,  me  lo daba de tomar durante todo un mes antes que empezara mi periodo, este tenia una sustancia que impedia que sintiera dolores y los demas no persivieran mi estado.— solto una risita. — Asi podia luchar tranquila, como si nada.

 — Lo que no recorde es que cuando me desperto, lo primero que hizo fue darme de tomar el té una vez que estuvimos solas. — Al recordar su primera vez con su Nullum... se acaloro... para no terminar embarazada, por la manera que se habia comportado parecia que estaba en celo... la señal mas clara y no la vio.

— Entonces esto quiere decir que cuando tubimos nuestra primera vez... estabas en el periodo? — Butch trataba de atar cabos ya que esto le parecia tan irreal... no podia creer  que sto le estuviera pasado a él... Un bebé! Un hijo que simbolizara la union perfecta de ambos.—Dios del cielo como amaba su pequeña!

— Aja... quede embarazada esa vez. — Lo abrazo y le dijo al oido. — Estas feliz?

— Shellam como me preguntas eso... — Y la beso de una manera muy tierna. — Tu me haces feliz... pero ahora aun mas con este pequeño que vendra. — Al ver la ceja lebantada de su shellam agrego. — O pequeña. — Eso la hizo sonreir. No se pudo resistir y la beso de una manera tierna demostrandole lo mucho que la amba. Sus manos empezaron arecorrer ese cuerpo que para él era un altar, al que como un fiel sirviente cada dia le rendia culto, interrumpio el beso y le dijo. — Gracias Kytara por entrar a mi vida.

— Butch... — Este sello sus palabras con un beso tan abrazador como el anterior.

Se tiro hacia atras llevandose consigo a Kytara, entre besos y caricias terminaron desnudos.
Luego de  hacer el amor, todavia uno en brazos del otro compartiendo caricias y palabras llenas de amor, con promesas de un  futuro ideal.

Butch dijo — Te das cuenta, ahora me veo en la obligacion de hacerte una mujer honrada.

— Perdon? — Kytara todavia tenia sus piernas entrelazadas con las de él y sus manos no podian parar de acariciar esa espalda que hacia unos minutos habia colmado de besos.

— Lo que escuhaste... nuestro hijo no puede nacer fuera del matrimonio — le deposito un beso en el cuello y fue descendiendo al igual que sus manos — Le tenemos que dar el ejemplo. — Levanto la cabeza y miro directamente a eso ojos que lo habian cambiado tanto. — Quieres unirte a mi Kytara? Quieres ser mi esposa?

Un estremesimiento recorrio el cuerpo de Kytara, ya volvia a sentir su cuerpo en llamas.
Pero la palabra matrimonio la dejo estatica. Miro directamente a los ojos de Butch. Al principio creyo que era una broma, pero ahora ya no estaba tan segura. No queria unirse al él solo por la criatura... no es que dudara de su amor, pero no queria que fuera por esto.
Maldicion !!! Que se pensaba que a ella le importaba el que diran.

Entonces lo vio todo mal, su mirada se transformo en ese violeta furioso, esta realmente muy enojada.

— Apartate de mi lado guerrero, si no quieres sufrir daños.
— Kytara se puede saber que te pasa? — Se retiro de encima de ella, en estas situaciones habia aprendido quera mejor hacerse a un lado.
— Que me pasa? — envolvio su cuerpo con la sabana, para ocultarlo de su mirada.— que me pasa? Me propones que nos unamos por el que diran!!! Que te piensas que soy? No soy Marissa!!!
— Se que no eres Marissa! Y de donde sacas que me quiero unir a tí por el que diran? — en verdad no entendia nada. — Te amo maldicion!!! Y quiero que todo el maldito mundo se enteren que sos mia, unica y exclusivamente MIA!!

Dijo esta ultimas palabras acercandose de nuevo a ella, tomo su rostro entre las manos y la miro detenidamente. — Lo entiendes? Y quiero que nuestro pequeño sea parte de esa union.

Kytara se sentia una estupida. — Lo entiendo, lo siento Nullum... no se que me pasa. — Y enterro su rostro en el hombro de Butch.— Obvio que me quiero unir contigo... Te amo mi Butch.

Este la estrecho contra su cuerpo desnudo y sonrio. — Dios si esto eran los primeros meses del embarazo le iba a tener que rendir un tributo a la VE, pidiendo clemencia para los que restaban.


******


Todos se encontraban en la cocina esperando el almuerzo.

Butch los miro uno a uno.

En la cabecera de la larga mesa se encontraba Wrath que muy amorosamente sostenía la mano de Raysa que estaba sentada a su derecha.

Al lado de esta estaba Leliel con un muy atento Rhage, que a toda costa le quería hacer entender que lo que él había pedido para ella en el desayuno no era muy exagerado.

V jugaba con su cuchillo a no clavárselo entre los dedos de su mano enguantada. A su lado estaban dos sillas vacías… señal que faltaba solo ellos dos…

En frente de esto se hallaba una callada y taciturna Nessa. Que de vez en cuando desviaba sus ojos hacia Z y este hacia como que no se daba enterado de nada. Phury por su parte trataba de no reírse de la discusión entre Leliel y Rhage.

Butch los miro a cada uno de ellos, eran parte de su familia, algunos viejos otros mas nuevos, de una manera u otra se complementaban en una excelente unión, y nunca en su vida creyó estar mas feliz.

 Por fin había encontrado lo que tanto buscó en todos estos años, ya en su corazón no sentía la culpa por la muerte de su hermana, ese episodio había quedado atrás con su pasado.

Su presente y su futuro estaban ligados a ellos.

Giro su cabeza y miro a su guerrera, la mujer que había conquistado su corazón de una manera avasallante e incondicional, la amaba por sobre todas las cosas, era su razón de existir y no se podía imaginar su mundo sin ella.

Su mirada se suavizo al recorrerla, era increíble estaba esperando a su bebé, su cuerpo todavía no lo demostraba, pero ya se lo podía imaginar con el vientre redondeado, las noches que pasarían tirados en la cama, el cuidándola, protegiéndola y cumpliendo todos sus caprichos, desviviéndose por ella.

Una sombra cruzo por delante de su mirada… otra vez no… desde anoche luego de haberse amado… recordó lo que le quedaba por delante a su Shellam…

Nunca lo iba a admitir, pero tenia miedo... no podía perderla...no iba a perderla, si fuera necesario se enfrentaría al mismísimo Omega para evitarlo.

Entonces recordó las palabras que había dicho delante de la VE cuando la fueron a ver, un juramento que sellaba una promesa de amor.

“Desde ahora juro servirte,
Adorarte y hacerte feliz,
Desde ahora te amo
Y amarte será mi vida.”

Tomo su mano, la que llevaba el anillo de compromiso de la madre de Kytara, esta se lo había entregado a la VE para que algún día se lo diera a su pequeña hija, era un hermoso topacio, engarzado en dos pequeños tallos de rosas, montado en platino.

Se lo llevo a los labios dándole un beso. — Todo va a estar bien, Shellam…

— Lo se, nullum... damos la noticia? — Se llevo la mano de Butch a sus labios, solo él le daba esa seguridad de que podía contra  el mundo.

 Butch, carraspeo muy fuerte llamando la atención, todos dejaron lo que estaban asiendo para mirarlos.

—Te enfermaste Poli o tratas de llamar la atención? — Pregunto Vishuos

—Muerde V…

—Butch… ahora no… — Le dijo Kytara reprendiéndolo. — Más tarde  te dejo que le pegues. — Palmeándole el brazo. —Bueno… tenemos algo que decirles… — Solo puedo llegar a decir eso ya que se puso nerviosa y no le salía la voz — Butch…

Este la miro, parecía que a Kytara le había entrado la vergüenza. Le apretó la mano dándole fuerzas, habían quedado de acuerdo en que seria ella la que daría la noticia.

—Y…. — Pregunto Nessa… odiaba las incertidumbres.

— Estoy embarazada. —  su mirada quedo clavada en la de Leliel.

Leliel se atoro con el café que estaba tomando y termino escupiendo todo — que? —pregunto asombrada... sabía que algo le pasaba a Kytara, pero de todas las cosas que se le habían cruzado por la cabeza un embarazo no estaba entre ellas.

— Lo que escucharon... estoy embarazada— Miro a cada uno de los miembros de la Hermandad y en sus rostros se pedían leer el grado de conmoción que provocó la noticia.

— Guau... eso si que es sorpresa —dijo Nessa que no salía de su asombro

— Están completamente seguros? — Pregunto W rompiendo el silencio de los hermanos, sintió como la pequeña mano de Raysa le afirmaba a la suya, ella estaba preocupada.

— Si W... Kytara se hizo un test de embarazo y anoche H nos lo confirmo, esta de dos meses. — Butch en ningún momento soltó a Kytara, sentía su miedo, al dar la noticia.

— Poli no se si felicitarlos o matarlos?— al final a la guerrera la quería, ella era el centro del universo de su amigo y si algo salía mal, no quería saber hasta donde llegaría el sufrimiento de Butch.— Se dan cuenta de lo que esto hace a Kytara en medio de una batalla?

Leliel apretó fuerte la mano de Rhage, él comprendía el miedo y coraje que sentía en esos momentos... por lo que intento serenarla pero ya estaba ardiendo. Leliel se levanto furiosa — ella no puede luchar... —dijo con los dientes apretados —Butch, ella no va a salir más. No hasta que nazca la criatura—

Nessa la miro y salto de la silla — Es verdad... Kytara así no podes pelear —dijo muy seria —le puede llegar a pasar algo bebé. No podríamos pelear tranquilas. —dijo nerviosa

— Por primera vez estoy de acuerdo con la ellas.— Raysa se soltó del agarre de W . — Así que olvídate de pelear.

— Se que esto no estaba en nuestros planes y lo siento, pero no voy a dejar de pelear, que pasa si llegara a aparecer de nuevo ese hibrido?— Ella negó con la cabeza borrando la imagen de la ultima pelea— Olvídenlo yo estaré con ustedes.

—No —dijo rotundamente Leliel —no pienso exponerte a eso... llegado al extremo lo haremos... pero no pienso exponerte a eso. Tanto Butch como Wrath estarán de acuerdo. Por favor Kytara, piensa en tu criatura. —comento Leliel caminando de un lado a otro mientras entre sus cabellos comenzaban a formarse pequeñas llamas que bailaban en compás al movimiento de ella.

—Y si ellos no hacen nada te ataremos a la cama hasta que nazca el bebe— Nessa se empezó a pasar la mano por su cabello desparramándolo para todos lados, clara señal de que estaba alterada.

Wrath carraspeo intentando llamar la atención de todos —primero cálmense todos. Segundo, creo que estamos bastantes concientes que las hembras embarazadas son nuestra prioridad, por el futuro de la raza. Pero también debemos ser concientes que la raza esta en peligro... —

Leliel se abalanzo sobre él, pero Rhage la atajo a tiempo —olvídate que ella salga de caza... primero tendrás que pasar por sobre mi maldito cadáver —dijo

Wrath gruño ante la falta de respeto —si me dejaras culminar seguramente sabrías lo que iba a decir —dijo en forma seria imponiendo su titulo de Rey —estoy de acuerdo con que salgas pura y exclusivamente de ser necesario. No te quiero fuera de la mansión a menos que te acompañen dos guerreros

—Pero... es mi deber de guerrera estar con mis hermanas, Butch di algo...— Miro a su nullum buscando su apoyo.

— Kytara, shellam entiendo tu postura, pero también las de las hermanas, ya que es la mía— Tomo su rostro entre sus manos al ver que ella se sintió defraudada— Tu sabes que jamás te prohibiría pelear ya que es tu naturaleza, pero también pienso en nuestro bebe,  y creo que esto es lo mejor. Me entiendes pequeña?

Kytara bajo la cabeza, y se quedo callada, ella sabia lo que le querían decir y era verdad. Al final lo comprendió, ellos la querían proteger, sus hermanas... — Esta bien por ahora no saldré mas a pelear... pero júrenme que cuando me necesiten me llamaran.

—Por lo que mas quiero, voy a ser la primera en buscarte sino podemos con una situación —dijo Leliel ya mucho mas tranquila, ahora se permitió sentir esa puntada de celos, por algo que nunca iba a tener... pero fue mucho mas fuerte esa felicidad por su hermana. Ella comenzaba a formar la familia que tanto había querido.

— Te felicito Ky... los felicito a ambos... serán unos excelentes padres —dijo sonriéndoles.

— Gracias Hermana— Sus ojos se llenaron de lagrimas. Entonces Raysa se le acerco abrazándola.

— Los felicito... y ohh! como me voy a encargar de mimarlo y consentirlo.— Unas lagrimas se les escaparon a ambas.

—Yo me encargare se que sea la mejor guerrera de la hermandad y que se jodan los que no quieren...—Dijo esto ultimo mirando al orgulloso padre cuando se le borro la sonrisa con su comentario.- Los felicito chicos.

Leliel la miro un poco alejada —sabes que... a menos que estemos bajo el agua no voy a poder abrazarte —dijo divertida... —pero me alegro mucho de verdad —le guiño un ojo —y date por enterada que lo vamos a mimar mucho—

— Lo se hermana. — Y levantando su mano girándola un pequeña brisa se coló por la habitación en volviéndola a Leliel, era su manera de abrazarla y agradecerle su apoyo.

—Entonces en hora buena hermano. — Phury se acerco a la feliz pareja y palmeo la espalda de Butch. — Ese pequeño será consentido por toda la hermandad.

Z que había sido un mudo testigo de toda la charla dejo la daga clavada en la mesa, miro  a la pareja y les dijo. — Felicidades hermanos y será un honor ayudarlos en cuidar a la hermana cuando tenga que salir.

Todos se quedaron congelados, Butch ni en sus sueños se podía imaginar escuchar ofrecerse a Z para algo y más en esta circunstancia… — Por el amor de Dios, que me jodan bien jodido si este es un sueño.

Pero peor fue escucharla a Kytara decir. — Gracias Z, lo tendremos en cuenta. — Y le apretó la mano al guerrero, clara señal de que se calle y no diga nada.

Fich hizo su entrada con una bandeja donde traía una botella de champaña con sus Respectivas copas.

Wrath se puso de pie, a su vez los demás integrantes de la mesa lo imitaron.

Raysa dejo la mano de Kytara, camino hacia su compañero y tomo la copa que le ofrecía Fich, Nessa con Leliel la imitaron.

Butch y Kytara tomados de la mano se acercaron a la mesa.

Todos alzaron las copas, entonces Watch miro hacia arriba y grito a todo pulmón. —  ¡Por el pequeño!

Los demás hermanos lo imitaron, elevaron sus rostros gritando juntos con sus potentes voces, — ¡Por el pequeño!

Seguramente la VE los escucho... pero para estar seguras las Hermanas se unieron a ese grito. — ¡Por el pequeño!

Butch y Kytara elevaron sus copas juntos con sus rostros y gritaron tan fuerte como sus pulmones se los permitieron. — ¡Por pequeño! — Luego Butch descendió su rostro dándole un beso en los labios a Kytara dijo —  Y que la gracias de la VE proteja a mi familia.


Desde que se había dado la noticia, la mansión era otra, no podía negar que hubo felicidad pero el recordatorio de la batalla que tendrían que enfrentar empaño un poco la alegría.

El estar embarazada era una ventaja que iba a tener el enemigo sobre Kytara, que en ese momento se encontraba a solas con sus hermanas encerradas en el cuarto que compartía con Butch, tratando de ver que podían hacer para revertir esto.

Butch se había retirado al salón de villar para tomar unos tragos… necesitaba meditar muchas cosas.

Se estaba sirviendo un vaso de vodka cuándo sintió la presencia de Vishuos. — esta preocupado por ella, no?

— Es tan visible… — Se dirigió hacia un sillón con la botella en una mano. Y se vació el contenido del vaso de un solo trago.

— Se entiende Poli, pero tienes que confiar en ella. — Vishuos tomo uno de los vasos del estante y se dirigió al lado de Butch. — tu crees que pondrá en riesgo su vida y la del infante a tu costa? No jodas!

— Lo se V… pero no puedo… maldición!— Se volvió a llenar el baso — De solo pensar a lo que se van a enfrentar y ella así… que me jodan! — miraba el vodka deseando que le haga olvidar esa parte de su vida. — Me siento un inútil.

— No hermano, porque estarás a su lado cuando mas lo necesite y ella lo sabe... — Se quedo mirando sus manos. — B ten fe que mi madre no permitirá que nada le pase, ella estará protegida,  tu bebe mas que nada, ya que va a ser un nuevo integrante de la raza. Y eso le sobre interesa…— Entonces se perdió en sus pensamientos. — Míralo de este modo, es una prueba que les da la vida por la cual tendrán que pasar juntos.

— Sabes una cosa?... Nunca había entendido porque Tor se marcho de esta manera al enterarse de la muerte de S…. pero ahora hermano, lo comprendo y no dudaría ni un segundo en acompañar al Fade a Kytara con nuestro hijo…— Al imaginarse una cosa como esa… lo reafirmo. — No lo dudaría ni por un jodido segundo.

— Entonces evitaremos eso a toda costa Poli… no es cierto V? — Ninguno se  percato que Rhage había entrado al salón. —

— Estamos en esta todos juntos. — El que hablo era Phury que venia detrás de Wolly con Wrath. — Las hermanas trajeron felicidad a más de una vida, y tenemos que ayudarlas.

— Por todos los medios lo evitaremos. — Wrath soltó una pequeña tos. — Aunque ellas no lo crean necesario.

—Y como lo haremos? — Preguntó Z que los siguió sin que se dieran cuenta. Se fue al lado de una ventana apoyándose contra el marco.

— Esposándonos a ellas? — Pregunto con sorna Rhage.

— No… le laváremos el cerebro y le pondremos nuevas ideas… donde la primera será, obedecer sobre todas las cosas las ordenes de los hermanos…

Todos estallaron en carcajada, menos Z que los miro.

— Y la segunda… nunca discutas con ellos, ya que son sabios y saben lo que hacen. —
Mas risas estallaron el la habitación, hasta Z curvo un rictus de sus labios.
Era increíble el giro que dio la vida de cada uno de ellos. Las guerreras con sus modos y maneras de ser enamoraron a sus hermanos. En el fondo de su miserable alma era feliz por ello.


CAPITULO 28

—¡Maldición, maldición, maldición!
A Nessa no le daban las piernas para correr más rápido. Habían pasado quince minutos desde la puesta de sol. Se había quedado dormida y apostaría los años que le quedaban de vida a que un vampiro querría comérsela viva.
Eso es lo que tú querrías…
Bajó los escalones de dos en dos y los últimos cinco los saltó. Zsadist estaba recostado, como siempre, en una esquina, lanzando su daga y volviéndola a atrapar.
—Hol…
El saludo se le quedó atragantado cuando él sólo le dio la espalda y salió. Lo siguió, corriendo.
—Zsadist…
—Ya es tarde. Vámonos.
Cuando vio que se aprestaba a desmaterializarse, lo tomó de la muñeca. Zsadist se liberó rápidamente, dando un salto para alejarse de ella, siseando.
—No me toques —le dijo con una voz sumamente cortante.
Nessa levantó las manos como en señal de rendición. No entendía su actitud ni el por qué de ella, así que avanzaría con cuidado.
—De acuerdo, no te tocaré. Es sólo que creí que después de anoche…
—No hubo anoche.
—¿Qué? —lo miró con toda la incredulidad que sentía reflejada en su rostro.
—Que no hubo anoche —repitió, enojado.
—Y un cuerno que no hubo anoche. Por supuesto que lo hubo.
—Por tu bien…
—¡Oh, por favor! No empieces de nuevo con esa chorrada, Zsadist. No me gusta que me traten como si fuera un yo—yo.
La negra mirada que le dedicó hizo que quisiera retroceder un paso, pero se contuvo. Maldita si no había habido un anoche. Había sido la noche más hermosa de su vida y él no la desecharía sin más sólo porque era un…
—Histérico —terminó su pensamiento en voz alta.
—¿Disculpa? —le dijo como si no creyera lo que había oído.
—Sí, me escuchaste. Eres un maldito histérico. Deja de jugar conmigo, Z.
El vampiro sólo le dedicó una sombría mirada más antes de desmaterializarse. Suspiró con irritación y lo buscó. Se hallaba frente a Screamer’s. Se armó de paciencia antes de reunirse con él.
Se materializó en el oscuro callejón junto al club. Sus sentidos guerreros se adaptaron de inmediato al nuevo ambiente. Se encontraba a su lado. Bien, al menos había tenido la consideración de esperarla.
—Debo alimentarme —le dijo.
Nessa sólo asintió. No le gustaban esos clubes. Y menos si recordaba la visita que había hecho junto a él. El desgraciado había planeado muy bien todo. Trató de ignorar el repentino deseo de dar muerte a todas las hembras humanas de este mundo. Dolorosamente. Mucho.
—Me reuniré contigo más tarde. No te alejes demasiado.
—Sí, sí, tampoco aceptaré dulces de extraños, mami… —le dijo mientras le daba la espalda y comenzaba a salir del callejón.
Sentía su presencia detrás de su suyo. Cuando llegaron al frente, Zsadist se dirigió hacia la izquierda, hacia la entrada y Nessa hacia la derecha, hacia la noche.

No habían dado más que unos cuantos pasos cuando ambos lo sintieron. La presencia de unos lessers. Automáticamente, Zsadist dio media vuelta y se pudo rápidamente a su lado. Localizaron en seguida a los bastardos, pues claramente los estaban esperando en la entrada de un callejón una calle más abajo.
A un tiempo, ambos desenfundaron una de sus dagas y sonrieron ante la expectativa de lucha. Comenzaron a correr para llegar rápidamente en el callejón, pero cuando llegaron a él, no había ninguna presencia allí. Se quedaron parados, en guardia, mirando hacia todos lados, pero no había absolutamente nada.
—¿Qué demon…?
Zsadist comenzó a hablar, pero de repente se le cortó la voz. Una presencia había aparecido de la nada en la boca del callejón, a sus espaldas. Se dieron la vuelta lentamente, para ver una gran sombra que había allí. Después de unos momentos, Zsadist pudo distinguir claramente a la colosal figura que se encontraba frente a ellos, de más de dos metros quince de altura, con músculos abultados, una hilera de grandes colmillos dentro de su boca. Tenía los ojos blancos, similares a los de Rhage cuando se transformaba, y su piel era de un morado verdoso, como ponzoñoso.
Zsadist desenfundó otra de sus dagas y se disponía a lanzarse hacia su rival, cuando un suave toque en su brazo cortó su avance. Miró hacia abajo, para hallar a Nessa, cuyo rostro estaba sumamente pálido.
—Z, vámonos.
—¿Por qué haría eso?
—Z, por favor, vámonos.
—No —se soltó de su agarré y dio paso hacia adelante, para que ella esta vez lo tomara con todas sus fuerzas de uno de sus brazos.
—Zsadist, es la cosa que nos atacó a mí y a mis hermanas la otra vez. Vayamos y busquemos apoyo…
Sus palabras se vieron bruscamente cortadas cuando aquella cosa se lanzó directamente contra ella, sin darles tiempo a reaccionar. La vio intentar defenderse con su daga y como era tan fácilmente arrojada contra la pared. Ese ser levantó una mano, dispuesto a golpear con ella a Nessa, así que Zsadist se lanzó con violencia contra él, pero el monstruo lo sintió y llevando la mano que había levantado hacia atrás, logró frenar su ataque al golpearlo en la cabeza. Se volvió otra vez hacia Nessa, que había logrado ponerse de pie otra vez y sacar la beretta que llevaba colgada de sus caderas. Apuntó a la bestia y disparó sin cesar, pero no evitó que siguiera acercándose hasta quitarle el arma de las manos de un manotazo. Tomó del cuello a Nessa y la levantó del suelo, dándola contra la pared. Se escuchó el ruido que hizo su cabeza al ser golpeada de forma frutal. Ella daba patadas desesperadas para tratar de escapar del agarre del híbrido, sentía que poco a poco se le cerraba la traquea.
Zsadist se levantó, tambaleante, y se volvió a lanzar contra él, pero el híbrido solo se limitó a sacárselo de encima otra vez. Aun así, sus débiles respuestas seguían conteniendo mucha fuerza y lo dejaban atontado.
Se lanzó otra vez contra él, para ser quitado de encima como si no fuera más que una simple mosca. Estaba comenzando a cansarse de esa rutina. Lentamente, se dio cuenta. Al muy bastardo no podía importarle menos lo que sucediera con él, sólo quería a Nessa.
En ese momento, ella dejó de luchar y su cuerpo quedó fláccido entre las manos de su atacante. Había perdido el conocimiento. El híbrido la cargó sobre su hombro, en una horrible parodia de lo que él mismo había querido hacer anoche, y se dispuso a largarse de allí. Zsadist vio todo rojo. Ese hijo de puta había dañado a su hembra. Estaba secuestrando a su hembra. ¡Levantate, maldito idiota!, se dijo a sí mismo. Aquella cosa pagaría por haber lastimado a su pequeño demonio.
Ciego en su furia, la emprendió contra la bestia. En el envión, tomó la daga de Nessa, que había quedado tirada en el medio del camino, y con un diestro movimiento de su mano, la lanzó al tobillo de la cosa esa, traspasándolo de lado a lado, haciendo que cayera de rodillas. El rugido de la bestia cortó el silencio de la noche.  En la desesperación de sacarse el arma, soltó a Nessa, dejándola caer al suelo. Ella estaba volviendo en si.
Tratando de ignorar a la hembra por el momento, se lanzó contra la bestia y le quitó él mismo la daga del tobillo, para luego colgarse de su espalda y tratar de abrirle la garganta de lado a lado. Pero el híbrido reaccionó rápidamente y le quitó la daga de la mano, lo tomó de la muñeca y lo lanzó con fuerza contra el piso, para luego clavarle la daga en el hombro. Sonriendo de satisfacción con su babeante boca, el monstruo retorció la daga. Ahora fue el turno de Zsadist de gritar. Cuando ya no le quedó voz para continuar con su aullido, le bestia arrancó la daga de la herida y se la clavó en el otro hombro. Oh, sí, el bastardo le haría pagar con creces la herida del tobillo.
Luego de repetir su accionar, volvió a sacar la daga y la clavó en uno de sus muslos. Sediento de sangre, el híbrido comenzó a apuñalarlo en distintas partes del cuerpo, mientras Zsadist intentaba golpearlo, hacerle algún daño, lo que fuera. Sabía que si acababa con él, iría por Nessa, y eso no podía permitirlo. Pero las fuerzas cada vez lo iban abandonando más rápido. Dedicó las últimas de ella a tratar de aferrarse a la conciencia.
Nessa despertó, totalmente desorientada, sin saber donde estaba. Sólo podía sabía que la cabeza le dolía como el demonio y la garganta le ardía como si se hubiera tragado una de las manos de Leliel. Continuó en ese estado atontado hasta que los sonidos de una lucha le llamaron la atención. Aunque más que una lucha, era una carnicería.
Entornó los ojos para poder fijar la mirada y dio un grito que no salió debido a lo deteriorado de su garganta. El híbrido estaba haciendo un colador del cuerpo de Zsadist. Desesperada, se dio la vuelta y comenzó a arrastrarse. No sabía cómo, pero debía parar aquello como fuera.
En algún momento de su avance, una de sus manos chocó contra algo duro y frío. Una de las dagas de Zsadist. La tomó por el mango y la asió fuertemente. Sacando fuerza de no sabía donde, se levantó de un salto y se lanzó contra el monstruo.
Tan absorto estaba en su sangrienta tarea que no la sintió venir, hasta que sintió la fría daga clavándose a un lado de su cráneo.
Interrumpió lo que estaba haciendo con un nuevo grito, y se quitó la daga de la herida. La miró con una renovada furia en sus ojos blancos. Sabía que esta vez no se contendría, esta vez iría directo a matarla.
Preparada para resistir hasta el final, Nessa se puso en posición de ataque. El híbrido dio un paso hacia ella, pero se detuvo y se llevó las manos a la cabeza. Bingo, pensó, al muchachón le da migraña si lo apuñalas en la cabeza.
Lanzándole una última mirada de odio, el híbrido se desmaterializó.
Con el alivio inundándola, cayó de rodillas. Pero el alivió solo le duró un segundo. Sin saber como, se puso de pie y corrió hacia el cuerpo abandonado en medio del callejón.
—Oh, no, Zsadist. ¡No!
Corrió hacia él y se arrojó de nuevo de rodillas al llegar a su lado. Esta vez, la visión de su sangre no le provocó un hondo deseo, sino unas terribles náuseas. Sus sentidos le decían que el corazón del vampiro, aunque débilmente, aún latía. Pero su cabeza no podía sino negar ese hecho ante el horror de la visión del cuerpo de Zsadist salvajemente atacado.
Nessa sintió como la desesperación la invadía. Tomó a Zsadist por los hombros y comenzó a sacudirlo, mientras su mirada se nublaba cada vez más debido a las lágrimas.
—Zsadist, por favor, despierta. ¡Despierta e insúltame por tocarte, maldito desgraciado!
No podía dejar de llorar, no podía dejar de sacudirlo, no podía evitar pensar que lo había perdido para siempre.
—¡Maldita sea, levántate! Zsadist…
Deshecha, Nessa posó la cabeza sobre su pecho y se cubrió con los brazos, sin dejar de llorar desesperadamente. Sabía que debía moverse y ayudarlo, pero no podía pensar correctamente.
Continuó en ese estado hasta que su teléfono sonó. Sin registrar siquiera sus movimientos, se enderezó, sacó el celular de alguna parte de su abrigó y contestó. Era Kytara.
—¿Ness, qué te sucede? Por la Virgen  Escriba, me estoy ahogando, ¿qué es lo que te pasa?
Oír la voz de su hermana le devolvió un grado de lucidez. Se limpió las lágrimas con la mano libre, intentó hablar lo más calmadamente posible. Y falló miserablemente.
—Oh, por Dios, Ky, dime que estás con Butch en su coche, ¡dime que estás con él en su maldito coche!
—¡Maldita sea, Ness, estoy con él en el coche! ¿Qué se sucede?
—Zsadist… —dijo con voz entrecortada—, Zsadist está muy herido. Inconsciente. La cosa esa, el híbrido nos atacó. Está muy mal, Ky, por favor, ayúdame, ayúdalo… —se le quebró la voz.
Pero su hermana le contestó con todo el aplomo que ella misma había perdido.
—Tranquila, pequeña. Dame tu ubicación y estaremos allí en menos de lo que tardas en devorarte una barra de chocolate.

Ya hacía más de media hora que el maldito médico, Havers, estaba encerrado en la habitación de Zsadist. Wrath y Phury estaban dentro también. Si Nessa no hubiera estado tan ocupada preocupándose por Zsadist, habría compadecido a su gemelo al ver su semblante ceniciento.
El resto de la Hermandad y las Guerreras aguardaban fuera, en el pasillo, a que la revisión terminar y pudieran tener noticias.
Nessa no se podía estar quieta. Iba de un lado a otro del pasillo sin detenerse, hasta casi gastar la alfombra. Y si le hubiera sido posible, hubiera desgastado el empapelado de la pared también. Pero no sólo la preocupación por su guerrero era la que la tenía en constante movimiento, sino las fijas miradas de sus hermanas que no la abandonaban. Sabía que si detenía, se abalanzarían sobre ella en busca de una explicación.
Siguió dando vueltas por un minuto entero más. Había decido echar la puerta abajo sin importar las consecuencias, cuando esta finalmente se abrió, pero nadie salió. Sin esperar un segundo más, se abalanzó adentro con todo el contingente restante detrás suyo.
Havers se hallaba parado en el centro de la habitación, con Wrath y Phury detrás suyo, flanqueándolo. Nessa se preguntó si de alguna manera los hermanos podían sentir sus ansias de devorar al doctorcito. Olvidándose de eso, posó su mirada en Zsadist. Estaba recostado en la cama que ella sabía que no usaba, mortalmente pálido y cubierto de vendas. Se dirigió veloz hacia a él, pero una mano grande sobre su hombro la detuvo. Elevó la vista para encontrar a Wrath mirándola fijamente a través de sus oscuras gafas.
—Deja que el doctor hable —le dijo.
Asintió con la cabeza, pero no se movió de donde estaba. Wrath no le quitó la mano del hombro, por lo que se la sacudió con un movimiento de este.
Havers se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar.
—Bien, el guerrero presenta múltiples heridas en todo su cuerpo, causadas por su propia daga. Es una suerte que aún esté vivo… —un feroz escalofrío recorrió a Nessa—, …aún más considerando que realmente necesita alimentarse.
—Pero… ¿se pondrá bien? —preguntó Kytara lanzando una rápida mirada a Nessa.
—A menos que se alimente, lo veo imposible. Está muy debilitado. Realmente debo recalcar la urgencia de esto.
Phury se tambaleó un poco al escuchar las palabras de Havers y todos en la habitación contuvieron la respiración. Nessa desenfundó su daga, haciendo que todas las miradas se fijaran de pronto en ella.
—Necesita alimentarse. Bien —dijo calmadamente y acto seguido, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta.
—¿A dónde vas? —le preguntó Raysa, confundida.
—A traerle una humana —respondió Nessa. Pero no pudo dar otro paso más. De nuevo, la gran mano de Wrath aterrizó sobre su hombro.
—No irás a ningún lado —le ordenó con voz fría.
—Se está muriendo, necesita alimentarse. Ya escuchaste al doctor —le dijo con furia mientras intentaba desasirse.
—No traerás a ningún humano a este lugar.
—Luego le borro la memoria, no fastidies.
—De ninguna manera. Está prohibido.
—¿Simplemente vas a dejarlo morir? —gritó. Ahora su respiración era más acelerada, pues la desesperación la iba inundando de nuevo, poco a poco. Buscó a Phury con la mirada—. ¿No vas a decir nada? ¡Maldita sea, es tu hermano!
—Esa no es la manera, Nessa —le respondió con un profundo pesar en la voz.
—Sabes que sólo se alimenta de humanas. ¡Todos ustedes lo saben! —gritó. Se deshizo por fin del agarre de Wrath y corrió hacia la puerta, solo para encontrarse con el vampiro parado delante de ella.
Nessa sintió unas inmensas ganas de patear al tipo en su zona más sensible, pero sabía que la más mínima amenaza contra el rey, asumido o no, traería graves consecuencias para ella.
—Bien —dijo y se dio la vuelta—. De acuerdo.
Alzó la daga y se hizo un tajo en la muñeca. Se dirigió hacia la cama, solo para toparse de nuevo con la mole de Wrath. Nessa gruñó.
—Ya nos encargaremos de eso. Ahora vete de aquí —le ordenó.
—No me iré a ningún lado —respondió tercamente.
—Vete. Ahora —le volvió a ordenar, esta vez en un bajo y peligroso susurro.
No le hizo caso y lo esquivó, pero Wrath otra vez se atravesó en su camino. De repente, toda la furia, la tristeza, el dolor, la desesperación que había sentido esa noche, se juntaron en su pecho y explotaron a la vez. Gritando, Nessa alzó su daga y se lanzó contra el vampiro, solo para verse detenida por dos pares de manos. Kytara y Leliel la sujetaban mientras ella aún sentía esas ansias de lastimar a alguien, de descargarse. Maldita habilidad de conocer una los sentimientos de las otras.
Wrath no reaccionó al ataque, pero solo porque Raysa se había puesto delante de él y Rhage había puesto sus manos en sus hombros como precaución. Tan pronto como vio como el vampiro no iba a hacer nada, las quitó rápidamente.
Wrath miró de hito en hito a las guerreras y siseó bajo y peligrosamente.
—Quitenla de mi vista antes de que le dé lo que se merece.
—¡De ningún modo…! —comenzó a decir, pero Leliel le tapó la boca con las manos. Entre las tres, la cargaron como pudieron y la sacaron de la habitación mientras Nessa se debatía furiosamente tratando de liberarse y gritaba todo tipo de maldiciones contra la mano de Leliel. Se metieron en la primera habitación libre que encontraron y la arrojaron con displicencia a la cama.
Leliel sentó a Nessa sobre una silla cuando se levantó, y cuando quiso volver a pararse, la amenazó.
—Levanta el culo de esa silla y juro que te vas a arrepentir —miró a sus hermanas que bloqueaban la puerta—. Ahora vas a respirar hondo y nos vas a explicar que demonios pasó, antes que algo malo ocurra y tengamos que matar al rey por querer tu cabeza.
—Si alguien va a cargarse a ese engreído, ésa voy…
—No fue eso lo que se te preguntó y nadie va a tocar a Wrath —la atajó Raysa—. Ahora responde, por favor.
Nessa fijó la mirada en un punto lejano de sus hermanas y suspiró. Aún sentía ganas de golpear algo, pero jamás levantaría la mano en contra de alguna de ellas. Bueno, de Leliel sí, pero nunca se habían lastimado realmente.
—Esa… cosa… el híbrido. Nos atacó. Quiso secuestrarme, pero Zsadist lo impidió y por eso… por eso está así —intentó que la voz no se le quebrara, pero sin mucho éxito.
—Muy bien, eso nos explica el estado de Z, pero no el tuyo —Kytara abandonó la puerta y se colocó al lado de Leliel—. ¿Por qué reaccionaste así?
Leliel asintió.
—Sip. De vez en cuando he querido cargarme al rey —dijo un poco divertida viendo la expresión de horror de Raysa—, pero las razones siempre fueron buenas, por lo que la tuya debe ser mucho mejor —se sentó a su lado y acarició suavemente su cabello—. A ver, cuéntanos que te pasa a ti.
Nessa cerró los ojos ante la caricia de su hermana. Era realmente reconfortante. Y realmente manipulador. Suspiró de nuevo mientras elevaba la vista hacia ellas. Quería contarles la verdad, sí, pero a la vez, no quería. El decir todo en voz alta sería como confirmar lo vano de sus esperanzas. La injusticia de todo la llevó a reaccionar estúpidamente.
—Me lo has echado en cara cada vez que se te presentó la oportunidad, ¿qué crees que me pasa, Lel? —le espetó.
Su hermana la miró duramente, todas ellas. Por dios, si hasta Raysa la miraba de aquel modo, en verdad su actitud había sido mala. Sabía también por experiencia que Leliel había necesitado de todo su autocontrol para no responderle de la misma forma. Lo cual no hubiera estado para nada mal. Necesitaba descargarse.
Apoyó los codos en sus piernas y el rostro sobre las manos. El silencio de ellas la instaba a hablar.
—Yo… No puedo verlo herido, no lo soporto. Yo… —llegada a ese punto, en verdad sentía que no podía continuar, aún así se obligó a hacerlo—. Lo quiero —se tapó el rostro con las manos.
—Por todos los cielos… ¡es terrible! —dijo Leliel, fingiendo que sufría. Era más que sabido que si se ponía melosa con su hermana volverían a cero.
Kytara hizo un chasquido y le dio un golpe a Leliel en la nuca. A lo que su hermana respondió con una cruda mirada.
—¿Qué? —pregunté haciéndose la desentendida.
Kytara solo levantó su ceja.
—Nessa, hermana… no es tan terrible. Lo quieres, ¿y qué? ¿Cuál es tu temor?
Nessa levantó la cabeza y miró con incredulidad los rostros sonrientes de sus hermanas. ¿Temor? Ella no tenía nada que temer, sabía perfectamente a qué se enfrentaba. Y él nunca se iba a dejar vencer.
La rabia se encendió en ella nuevamente. Se puso de pie.
—¿No me han oído? Quiero a Zsadist.    A Zsadist    . Eso es lo terrible, maldita sea.
—Mierda, me había olvidado de prestarle más atención a tus palabras, Ness —dijo Leliel parándose—. Por favor, Nessa, abre los ojos de una maldita vez. Te gusta, lo quieres, entonces ve a esa habitación y alimenta a tu macho. ¿Qué mierda haces perdiendo el tiempo aquí? —dijo lo más tranquilamente que pudo.
—Un macho arrogante me sacó a las patadas. Lo siento, Raysa —agregó lanzándole una rápida a su hermana—. O más bien, le ordenó a mis hermanas que me sacaran a la rastra —su tono conflictivo cambió de repente a uno desolado—. Y si hubiera estado conciente, él mismo me habría sacado de allí si no le repugnara tanto tocarme —se hundió de nuevo en la silla.
Sabía que sus hermanas le responderían algo, así que habló antes de que lo hicieran ellas.
—Saben, en verdad las envidio —dijo con vergüenza en la voz—. Me alegra tanto verlas felices con sus hellrens… Pero cuando lo hago no puedo evitar pensar que me gustaría tener algo de eso para mí también. Lo siento.
Leliel hizo un gran esfuerzo para hablar al sentir la angustia de su hermana.
—Mira, yo no soy un ejemplo a seguir —dijo bajando la vista—. Tampoco las cosas se me presentaron servidas en bandeja, pero alguien me dijo una vez: "Hay veces que una de las partes debe ceder". Y quizás sea el momento en que debas ceder tú, tanto por él como por ti. Creo fervientemente que mereces ser tan o más feliz que cualquiera de nosotras, pero ahí sentada, llorando, diciendo que nos envidias no creo que logres demasiado —culminó, hablando con una gran sonrisa en el rostro.
—De acuerdo. Iré, lo alimentaré y sanará gracias a mí. Y la próxima vez que me acerque a él otra vez con una estúpida sonrisa en la cara, él se encargará de borrarla de nuevo con unas pocas e hirientes palabras —las miró fijamente—. Le conté mi pasado, me dijo que era una gran hembra de valía y al día siguiente sólo hizo de cuenta que nada sucedió —ignoró las miradas sorprendidas de sus hermanas, pues todas sabían de sobre que ella siempre hacía de cuenta que no tenía pasado—. Me besó, ¿saben? Ayer. Y fue... fue hermoso. Creo que nunca me sentí tan feliz. Y cuando lo volví a ver esta noche, simplemente me ignoró. Me dijo que no había pasado nada, ¡agregó que se iba a alimentar de una sucia prostituta humana y me dejó atrás sin más! Cada vez que me he acercado un poco a él, me escupió en la cara. Yo quiero alimentarlo, por supuesto, me desgarraré las venas, es lo que quiero y sé que voy a hacerlo porque tendrían que matarme para que no lo haga, ¡pero no quiero que vuelva a rechazarme! —respiró hondo, tratando de contener las lágrimas.
—¿Y por eso te vas a rendir? —Kytara se quedó mirándola, no reconociendo a su hermana— ¡Te besó, Ness! Y creo que las demás opinan lo mismo que yo cuando digo que viniendo de Z es mucho. No es que el tipo no sea inhumano, es más, dudaba que pudiera sentir algo, pero eso es un gran logro. ¿No te has puesto a pensar que debe estar confundido o asustado?
—Además, ¿no se te ocurrió pensar que estuviera alejándote por miedo a que sientas vergüenza de él? —preguntó Leliel desde una esquina meditando la situación
—Genial, yo me vendía a mi misma y es él el que siente vergüenza —masculló por lo bajo.
—En ese sentido, muchos estamos a la orden del día cuando de pensar por los demás se trata —Continuó Leliel guiñándole un ojo—. Y hablo por propia experiencia, Ness. Si cuesta mucho, te ayudo a atarlo a la cama así le puedes decir todo lo que tengas en mente.
Nessa suspiró y se puso de pie. Por eso apreciaba tanto a sus hermanas. Todas lucharían por la dicha de las otras con uñas y dientes.
—Aprovecharé que está enfermo, lo alimentaré y le diré lo que siento —sus hermanas sonrieron ampliamente—. Pero será la última vez —la miraron extrañadas—. Tienens razón con lo que dijiste, Lel, uno debe ceder. Pero estoy cansada de ser yo la que lo haga. Será la última vez que yo ceda —les sonrió y agregó antes de que pudieran interrumpirla—. Ahora si me permiten, mis bellas damas, tengo un vampiro hambriento y moribundo que alimentar —dijo y salió de la habitación.
—Terca, vas a ceder muchas veces más —susurró Leliel divertida.

La puerta de la habitación de Zsadist se abrió, dando paso a las cuatro hembras. Nessa iba delante, con sus hermanas flanqueándola. Pero cuando Wrath se acercó a la pequeña morena, fue Raysa la que pasó al frente.
—Ah, no. Dije claramente que no te quería aquí —bramó Wrath.
Raysa se acercó a él y lo tomó de las manos, hablándole antes de que Nessa y su boca tuvieran oportunidad de hacer que las echaran del lugar otra vez.
—Wrath, querido, por favor. Hablamos con Nessa. Ella sólo estaba nerviosa por todo lo que vivió esta noche, estaba abrumada, asustada. Pero ya está más tranquila, déjala que se quede.
Nessa abrió la boca otra vez para quejarse por el indignante discurso de su hermana, pero a un tiempo, Leliel le tapó la boca y Kytara le pisó el pie. Cuando Wrath dirigió la mirada de Raysa hacia ellas, las tres ensayaron la misma y muy poco convincente inocente mirada. Fijó la mirada en Nessa y ella se la devolvió de la forma más seria posible.
—Bien. De acuerdo. Quédate —sonó muy poco convencido.
—Yo… —empezó Nessa, con un poco de duda. Wrath y el resto de la Hermandad fijó su atención en ella. Odiaba ser el centro de atención, y más ahora que su petición daría mucho que hablar.
Al demonio con todos, Zsadist me necesita, pensó.
¡Esa es mi chica!, dijo la voz en su cabeza.
—Quisiera ser quien se encargue del cuidado de Zsadist —dijo ahora con voz firme y decidida.
Todos los machos pasaron de sólo mirarla a mirarla con incredulidad.
—¿Por qué? —preguntó Wrath, desconfiado.
Frunció el ceño ante la pregunta del vampiro. Quería decirle que se metiera en sus propios asuntos, pero desde que era el rey, todos los asuntos eran asuntos suyos y más aún los que tenían que ver con la Hermandad. Apeló a toda su fuerza de voluntad para tratar de ser lo más diplomática y educada posible.
—Se encuentra así por mi culpa, por tratar de defenderme de ese monstruo. Siento que ahora es mi deber cuidarlo.
—Zsadist no se preocupa ni por nada ni por nadie, ¿por qué debería creerte?
¿Sabes? Una patada en la ingle es siempre la mejor solución en estos casos. Bájale las ínfulas de una vez, compañera.
A pesar de estar tentada por esas palabras, sabía que no serviría de nada seguir el consejo.
—Créeme, Wrath, por favor. Si no hubiera sido por Zsadist, ese monstruo me hubiera llevado vaya a saber Dios donde. El sujeto de ninguna manera quería matarme, sólo quería dejarme fuera de combate para poder cargar conmigo —sus hermanas tomaron aire ruidosamente. No les había contado todos los detalles—. De hecho lo logró, y si no fuera porque Zsadist me defendió, se hubiera hecho conmigo. Sólo… quiero devolverle el favor.

Zsadist volvió poco a poco a la conciencia. Se sentía como los mil demonios y absolutamente todo el cuerpo le dolía como el infierno. Yeah, bienvenido a Disneylandia, pensó.
Trató de moverse un poco, pero eso sólo le causó aún más dolor. La única razón por la que no soltó ningún quejido se debió a la increíble debilidad que sentía junto con el dolor. Esta era de tal magnitud que le sorprendía que aún tuviese fuerzas para respirar. Al sentir algo suave rozar contra su pecho, se dio cuenta de que estaba acostado en una cama, cosa que lo extrañó.
Abrió los ojos poco a poco, tratando de ignorar lo mucho que le dolían incluso las pestañas. La vista se le aclaró poco a poco. Se encontraba en su habitación, pero esta se encontraba inusitadamente concurrida. Toda la Hermandad y las guerreras estaban presentes allí. Y en el medio de la escena, se encontraban discutiendo casi cara a cara, figurativamente, Wrath y… Nessa.
—…si no fuera porque Zsadist me defendió, se hubiera hecho conmigo. Sólo… quiero devolverle el favor —la oyó decir. Sus ojos estaban encendidos por ese brillo de obstinación que tanto los caracterizaban.
Wrath estaba parado frente a ella y toda su postura desprendía una cruda incredulidad. Después de observar a Nessa por unos largos segundos, miró a Phury, quién sólo asintió.
Wrath suspiró y se llevó la mano al rostro, levantó las oscuras gafas y se frotó los ojos mientras daba un suspiro de cansancio.
—De acuerdo, guerrera —dijo con las manos en las caderas—. Puedes cuidar de él. Pero a la primer cosa que me disguste, juro que te encerraré en La Tumba durante los siguientes cien años hasta que aprendas a controlar ese maldito carácter tuyo.
—Como si fuera la única que lo necesitara —masculló Nessa por lo bajo. Su necesidad de tener siempre el último comentario lo casi querer sonreír. Casi.
—¿Qué dijiste? —la increpó Wrath.
—Que muchísimas gracias, mi señor, se lo agradezco infinitamente —respondió con una reverencia.
Wrath masculló algo ininteligible y seguramente poco apropiado poco apropiado para cualquier oído y asintió.
—Muy bien todos, ya no hacemos otra cosa que estorbar aquí. Que cada uno vaya a atender sus propios asuntos, pero no se alejen demasiado pues pronto tendremos una nueva reunión. Cuida de mi hermano —le dijo a Nessa, a lo que ella asintió muy seriamente, sin un atisbo de fastidio—. Ahora todos, esfúmense.
Todos poco a poco se fueron retirando de la habitación, no sin echarle un último vistazo a Zsadist y algunos a Nessa también.
Phury era el último. Se acercó a Nessa.
—No tienes por qué hacer esto. Yo puedo cuidar de él.
—Esto es lo que querías. No te quejes de lleno, Phury.
Phury se la quedó mirando durante un largo rato. Luego le palmeó el hombro y con una última mirada hacia él mismo, se marchó.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, Nessa dio un largo suspiro. Acto seguido, se dio la vuelta y se dirigió hacia la cama. Cuando lo vio despierto, sonrió aliviada y alargó la mano, como para acariciarlo tal vez, pero se contuvo y se las llevó al pecho. Zsadist sabía que no debería, pero se lamentó de que ella se contuviera.
Nessa trajo una silla y se sentó a su lado.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó con preocupación en la voz.
Despacio para que no le doliera tanto, giró la cabeza hacia ella. Abrió los ojos, sorprendido. Ella aún vestía la misma ropa que cuando salieron, sus heridas estaban tal cual como cuando se las habían hecho. La muy desgraciada no se había atendido y aquel bastardo no había sido precisamente suave con ella.
—Tú. Ve a curarte —le dijo con dificultad.
Ella le sonrió y le acomodó compulsivamente la sábana que lo cubría.
—Estoy bien, Zsadist. ¿Necesitas algo?
—Sí. Ve con el doctor.
—Z, estoy bien. Punto final. Ahora pasemos a un tema más importante: Tú.
—Ve con el doctor. ¿Dónde está Phury?
—Zsadist, por favor —algo en su tono lo hizo mirarla. Había lágrimas contenidas en sus ojos—. Por favor. Havers dijo que si no te alimentabas no sería posible que curaras, que estabas muy débil.
—Bien, que lástima. A todos les llega.
—¡Zsadist! —se paró de repente. Le temblaba el labio— Por favor, deja que te alimente.
—No —fue su escueta respuesta. Había dicho que jamás volvería a alimentarse de una hembra de su especie y mucho menos lo haría de Nessa. Ella no merecía algo así.
Cerró los ojos y volteó el rostro lejos de ella.
Nessa se arrodilló junto a la cama y estiró la mano hacia su rostro. Puso su pequeño dedo índice en su barbilla y le giró la cara para que la mirara.
—Zsadist, sé que no te gusta cuanto me he aproximado a ti. Está bien, puedo entenderlo. Pero entiende que ahora necesites que te alimente. Wrath prohibió que ninguna humana ingresara a la mansión, porque si no fuera así, ya te habría traído una amplia variedad para que eligieras el bouquet que quisieras. Pero no es así. Permíteme que te alimente esta vez y luego, si así lo deseas, no volveré a dirigirte la palabra. Haré de cuenta que olvidé todo lo que pasó entre nosotros, pero por favor, no te dejes morir por eso. Si no lo haces por mí, hazlo por Phury, tu hermano quedaría destrozado. Deja que te dé de mi vena.
Zsadist negó con la cabeza.
—No, Nessa, no te haré esto a ti. Ya es suficiente con que tengas mi sangre dentro tuyo.
—Mira, no entiendo qué quieres decir con eso, pero por ahí vamos. Ya son dos favores que te debo: Me alimentaste una vez y me salvaste la vida hoy. Deja que te alimente.
Estaba sumamente fastidiado. Maldita hembra obstinada. Hizo las sábanas a un lado y se levantó, sosteniéndose de una de las columnas de la cama.
—¿Qué demonios hace? —gritó Nessa, que corrió hacia él para sostenerlo.
Levantó una mano para detenerla.
—Mira, lo que hice, no lo hice para que me debieras nada. Aún no sé por qué te alimenté, nunca debí haberlo hecho y hoy te salvé porque ese es mi deber. La Hermandad siempre protege lo suyo.
—Entonces, ¿no te molestará si la próxima vez que necesite sangre la tome de Phury o de alguien más?
Quiso golpearla por utilizar ese argumento de nuevo. El solo hecho de pensarla con otro macho… Conteniendo un salvaje gruñido, se dirigió hacia el baño, sin importarle la desnudez de su cuerpo, pero sólo logró dar unos pocos pasos antes de caer.
—Eres un maldito terco, obstinado… —exclamó Nessa corriendo hacia él.
—Mira quién habla —le espetó. Se llevó la mano al estómago cuando un profundo dolor le embargó la zona. Oyó a Nessa tomar el aire ruidosamente. Levantó la mano y vio que estaba cubierta de sangre.
—Te abriste la herida, tú, idiota. Vuelve a la cama o Wrath me encerrará durante cien años.
—¿Qué? —exclamó sin saber de que estaba hablando ella.
—Nada, sólo vuelve a la cama.
Se levantó con dificultad tratando de apoyarse lo menos posible en la hembra. No porque no quisiera tocarla, sino porque era muy pequeña, no importaba que tan poderosa fuera.
Cuando llegó a la cama, se lanzó sobre ella boca arriba y dejó que Nessa le cambiara la venda de la herida que se le había abierto.
Una vez hubo terminado, se paró y lo miró con decisión. Se llevó la muñeca derecha  la boca y se la mordió. Cuando la separó de la boca una línea de sangre le recorrió el brazo hacia abajo. Le tendió la muñeca.
—Bebe —le ordenó.
Zsadist volteó el rostro otra vez. Nessa suspiró exasperada. Se sentó en la cama a su lado y lo obligó de nuevo a que la mirara a la cara. Esta vez no había lágrimas en sus ojos, pero vio algo nuevo en ellos que no podía llegar a entender, algo cálido que, de alguna manera, sabía que sólo el causaba.
Mía.
Esta vez, cuando ella acercó la muñeca a su boca, la abrió y comenzó a beber con ansias. En seguida, notó como el omnipresente dolor de estómago comenzaba a desvanecerse y su cabeza se aclaraba.
La cálida sangre de Nessa era fuerte y suave a la vez, como ella. Trató de controlarse y de no beber con tanta fruición para no lastimarla, pero no pudo evitar levantar una mano y sujetar la muñeca de ella contra su boca.
Cuando sintió un cálido toque en su frente, casi se detuvo. Pero en seguida se dio cuenta de que se trataba de Nessa. Así que… eso era una caricia. El leve toques e trasladó hacia su mejilla y luego le tocó levemente el hombro.
Zsadist abrió los ojos y se encontró con la gris mirada de ella. Ese brillo no se había retirado de sus ojos, sino que ahora era más fuerte. Paladeando por última vez su dulce y especiado sabor, tomó un último sorbo de su sangre y separó la boca de su muñeca.
Nessa le sonrió y le limpió una gota de sangre de la esquina de la boca. Luego se levantó para cubrirle con las sábanas.
Sentía como la inconsciencia lo reclamaba, pero trataba de luchar contra ella, quería decirle una última cosa a su hembra, aunque no supiera qué.
Mía.
Una vez lo hubo tapado bien, ella se sentó y la silla y lo miró. Quiso hablar, pero tenía la cabeza muy ida. Lo miró, como sabiendo lo que quería hacer. Le acarició de nuevo la frente y le susurró, justo antes de que se hundiera en las sombras:
—Shhh, pequeño mío. Duerme. Agua velará por ti.


Continuará.....

No hay comentarios:

Publicar un comentario