domingo, 28 de septiembre de 2014

La llave impura. capítulo 2. Parte II.






Otra vez, sin ningún aviso algo saltó encima de él.

El dragón soltó un rugido, se quitó con rapidez al atrevido y se giró para atacar. A pesar de que todavía estaba en llamas cuando lo atacó, el Teexat –que se fijó era gris con rayas negras- no parecía estar afectado de alguna forma.

-¡No!- Magnatara se lanzó entremedio de ellos justamente cuando el dragón decidió atacar, ganándose una severa quemadura.

Acto reflejo el dragón se detuvo soltando un chillido ¿horrorizado?

No, seguramente Kamlot había escuchado mal.

Nunca, en su larga vida el demonio escuchó algo igual, ni siquiera en las escasas conversaciones que han tenido, porque sí, el hijo de puta podía hablarle.

La Rakshasi alzó la vista de su brazo derecho como si no tuviera la madre de las quemaduras y se giró a la criatura. No hizo ningún movimiento, solo soltó una onda de poder y liderazgo que dejó a todos aturdidos. Al cabo de unos minutos en el que el Teexat ni ella se movieron, la criatura también se fue.

-Este era un Teexat joven, y solo buscaba jugar. No hacernos daño.- que ella pudiera distinguir quién era un peligro o no, hizo que tanto el hombre como la bestia le respetaran más.

sábado, 20 de septiembre de 2014

La llave impura. Capítulo 2. Parte I.

Capitulo 2.




Saliendo de ver a su alterada madre, Ammatiel se dirigía inmediatamente a atender su llamado. Siendo el encargado de un ejército, su existencia nunca había tenido un respiro. Vivía por hacer el bien, para crear a los mejores guerreros… aunque esto era diferente, lo sentía en cada hueso de su ser.
Cruzó los jardines y las fuentes doradas, sumido en sus pensamientos.

Todos lo miraban, mas él no le prestaba atención a nadie. Cualquier cosa que ellos le pidieran, lo haría. ¿Matarla? No, en ese extremo, Ammatiel no estaba tan seguro. ¿Por qué lo haría? Él la ha estado observando de cerca y todavía no ha encontrado algún motivo para llegar a hacerlo.


Entró al vestíbulo principal y como siempre se quedó maravillado con la perfección de su entorno. Más allá de donde caminaba, los animales vivían en perfecta armonía. Mientras los pavos reales mostraban sus lindas plumas, los leones tomaban un descanso mirando aburridamente el espectáculo. Las puertas se abrieron sin necesidad de tocar, Ammatiel entró sin vacilar. Dentro de la sala estaba un grupo de hombres y mujeres –que conocía muy bien-, esperándole.

Las puertas se cerraron, y todos le miraron fijamente. No preguntó nada, se quedó a la espera de que alguien hablara.

-Dado que tu madre no ha querido, por ningún medio posible –comenzó a decir Laurel. Una mujer alta, de cabello rubio y blanco… una mujer por la cual siempre ha tenido una debilidad, aunque no lo aceptara ni siquiera a sí mismo, le miró profundamente. A pesar de que mantenía su rostro sin expresión, Ammatiel la había estudiado lo suficiente para saber que algo le preocupaba.- aceptar el trabajo, tú eres el otro más indicado. Tu interés por la chica, lo que conoces y por todo lo demás, te daremos la oportunidad de acercarte.- Y… algo no le estaban diciendo.

-¿No la mataré?-