viernes, 9 de octubre de 2015

En la piel del Lobo. capítulo 7. By Calista.

Viene de capítulo 6 .


CAPITULO 7


Destellaron en el callejón, en ese momento le llegó un mensaje de texto de Nádia que les decía que las esperaban adentro. Dream, Roz, KenYa y ella ya tenían una mesa y habían comenzado con la ronda de tragos.

Dev soltó un largo silbido cuando las vió.

—¡Por los Dioses! —Exclamó—. Realmente no va a haber humano o were que no quede prendado esta noche por alguna de ustedes bellezas. —Dijo antes de hacerse a un lado y dejarlas entrar.

Entraron y jadearon con sorpresa. El lugar estaba más que repleto. En ese momento se acercó a ellas Aimee, Calista se tensó ante la presencia de la osa. No podía evitarlo desde que Fang le había contado como y porque habían terminado.

—Chicas, en aquella mesa las están esperando —dijo mientras señalaba una mesa casi oculta.

Ambas agradecieron y se encaminaron hacia allá.

—¡Hey! Por fin llegaron —les dijo Nádia cuando las vió, mientras les alcanzaba unos tragos—. Nada de Sprite para la atlante —dijo con burla.

Calista le hizo una mueca mientras saludaba a todas. Recorrió con la mirada el lugar. Sabía que Fang estaba allí, no sabía cómo pero podía sentirlo.

Gise se acercó a ella brevemente al verla buscar con la mirada.

—Cal, despreocúpate. Esta noche será el lobo quien te encuentre, ya verás. Pero recuerda “Nada de ceder fácilmente, que pelee por tu atención. Esta noche te comportarás como la diosa que eres” —le dijo mientras levantaba el shot de tequila y con una sonrisa ambas brindaron.

Luego de unos minutos de charla desenfrenada en la que todas trataban de ponerse al corriente llegaron Kyra y Vicky.

Abrazó a su hermana y a su amiga.

Kyra la miró de arriba abajo.

—Estas preciosa, nena —le dijo con una sincera sonrisa—. De verdad te tiene mal el lobo ¿eh? —le dijo comprensiva. Mientras apoyaba una mano en su hombro.

—Ni lo menciones, Ky.

—Está bien. ¿Esta Jericho aquí? —Le preguntó para cambiar de tema.

—Sí, Gise me dijo que lo había llamado para hacer más interesante las cosas así que me parece que debería buscarlo —dicho esto se levanto de la mesa, tratando de mantener el equilibrio y verse sexy al mismo tiempo, estuvo a punto de lograrlo, ya que sin querer tumbó la bebida de Nadia al tropezar con la pata de la silla.

El ángel gruño y la miró con cara de pocos amigos.

—¡Mierda!

Las demás rieron ante lo desastrosa que se veía Nadia con el Vino tinto esparcido sobre su recién-estrenada blusa blanca.

Nadia le dirigió a Calista una mirada irritada, que hizo que las mejillas le ardieran de vergüenza por su torpeza.

Lo divisó en la barra, era imposible no verlo se dijo sonriendo.

Estaba caminando hacia la barra para hablar con él cuando Kyra la interceptó.

—Después, necesito hablar contigo. Tengo algo que contarte.

—Puedes decírmelo ahora, Jericho puede esperar. —le dijo mientras se detenía y miraba a su hermana con curiosidad.

Kyra dudó un momento y luego sacudió la cabeza.

—No, después hablamos.

—Está bien —le sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de irse, Jericho acaba de verla y la miraba con deleite.




Estuvo conversando unos minutos con el dios cuando sintió un hormigueo en la espalda. El vello de la nuca se erizó. Fang pensó haciendo un esfuerzo sobrehumano para no voltear y buscarlo en la multitud. Sentía la misma voz en su cabeza, la de la noche del beso, que le pedía que lo mirara. Haciendo un esfuerzo supremo siguió charlando e ignoró la voz en su cabeza.

Ven a buscarme, ésta vez te toca dar el primer paso le dijo mentalmente.

Fang no podía respirar. No sabía si se debía a los celos que lo cegaban o al deseo que recorría su cuerpo.

Si no supiera de memoria como era el cuerpo de su amiga no la habría reconocido. Un vestido negro corto se amoldaba a su curvilíneo cuerpo como una segunda piel y la espalda estaba totalmente expuesta y unas sandalias negras de taco alto y muy fino estilizaban aún más las largas piernas. La ropa que tenía estaba ideada para dejar babeante a un hombre y para su desgracia Jericho estaba cumpliendo ese papel a la perfección pensó mientras le daba un trago a la cerveza.

Sin pensar, fue caminando hacia la pareja.

—Pecas, no esperaba verte esta noche —le dijo mientras le ponía una mano en la espalda desnuda sintiendo como la recorría un escalofrío y le daba un beso en la mejilla— Jericho —dijo a modo de saludo inclinando levemente la cabeza mientras se plantaba en el medio de la pareja.

Calista lo miró con ojos entornados. El lobo irradiaba celos por cada poro de su piel reconoció y una sonrisa lentamente se dibujó en su rostro.

—Fang tampoco esperaba verte esta noche —le dijo viendo como el were apretaba los labios—. No quiero ser grosera “amigo” pero Jericho y yo estábamos por ir a bailar… Ahora si nos disculpas —le dijo mientras tomaba de la mano al hombre y lo llevaba a la pista.

Desde la mesa Gise contemplaba la escena sonriendo abiertamente. Pobre lobo, Si Calista se comporta como acordamos, esta noche tendrás el ataque de celos más grande de tu vida pensó mientras volvía a la charla.

Fang se quedó enfurruñado en la barra, ya había pasado un buen rato desde que observaba a la pareja en la pista y en ningún momento dejó de beber. Es más podría decir que estaba bastante alegre, no tanto como para no hacerse cargo de sus acciones y palabras pero sí como para que las inhibiciones se hubieran esfumado. Dejó la bebida y se encaminó con paso lento hacia la pareja.

Calista había perdido las esperanzas que Fang se acercara. Se había quedado en la barra mirándolos y bebiendo, bastante pensó, nunca lo había visto beber así. Con un suspiro miró a Jericho y estaba a punto de pedirle que volvieran a la mesa cuando sintió nuevamente la mano en la espalda.

—¿No quiero ser grosero Jericho pero me dejas bailar un rato con Pecas? —preguntó mientras la acercaba a su cuerpo, dejando al otro hombre sin mucho para decir.

Oh no lobo pensó para sus adentro Calista. Las cosas no te van a resultar tan fáciles, estás muy mal acostumbrado a que te perdone enseguida o te deje pasar las cosas. Pues esto no se dijo mientras giraba, lo miraba a los ojos y le decía dulcemente.

—Lo siento “amigo”, pero estoy cansada, ahora mismo íbamos a sentarnos un rato… Así que si me permites… —le dijo mientras se zafaba nuevamente de la mano del were que abrió la boca para decir algo pero luego aparentemente lo pensó mejor y se marchó.

—¿Pasa algo? ¿Te sientes bien Calista? —preguntó Jericho mientras la guiaba a una mesa cercana.

—Si gracias, voy al baño a refrescarme ya vuelvo —le dijo mientras se encaminaba a los lavabos.

Estaba saliendo del baño cuando se topó con Fang.

—¿No vas a perdonarme Pecas? —le preguntó mientras hacía aparecer una rosa roja y se la tendía— ¿Cuánto más me harás rogar?

Calista lo observó mientras decidía si tomar la rosa o no.

—No se trata de hacerte rogar Fang, además no estoy portándome mal creo, simplemente estoy pasando un rato divertido con otro de mis amigos —le dijo inocentemente—. Alguien que no piensa que tenga bigotes y a pesar de ser su amiga me ve como una mujer, una mujer atractiva y no tiene miedo de admitir que le gusto —agregó antes de marcharse, mientras rogaba no tropezarse ni caerse para no arruinar el efecto.

Fang la observó marcharse con el ceño fruncido.

¿Qué diablos espera de mí? La beso y me dice que no debemos, le prometo que no la toco más y se enfada ¡Bendito infierno! ¿Quién entiende a las mujeres? ¿Qué hago ahora? Pensó para sus adentros, y en ese momento la vocecita molesta le dio la idea… Demuéstrale, demuéstrale lo que te hace sentir le dijo instándole a actuar.

Con una sonrisa en los labios y con una idea rondando la cabeza se dirigió al escenario.

Calista estaba sentada, observando como Jericho le hablaba, sí, observando como se movía la boca masculina porque su cabeza se encontraba del otro lado del santuario con Fang. Con un suspiro estaba a punto de pedirle disculpas y marcharse cuando sintió ese hormigueo tan familiar en la espalda.

Fang se acercó confiado a la mesa, no le importó la expresión de fastidio que surcó por el rostro de Jericho, tampoco la breve tensión que recorrió el cuerpo de Calista. Se sentó a su lado ignorando al otro hombre.

—Sabes Pecas… lo estuve pensando y de veras creo que merezco la oportunidad de demostrarte que no siento para nada eso que dije la noche pasada —le dijo mientras recorría con un dedo el brazo femenino.

Calista lo miró con los ojos entrecerrados mientras el rubor se esparcía por todo el cuerpo.

—Creo Kattalakis que necesitas un poco de humildad —le dijo mientras su voz se hacía más ronca.

—Oh, pero vengo humildemente Pecas, muy humildemente, a pedirte que me concedas un baile, una sola pieza —le pidió mientras la miraba fijamente y se acercaba a ella.

Un carraspeo incomodo del otro lado de la mesa la sacó del momento, estuvo a punto de negarse nuevamente.

—Descuida amigo —le dijo el lobo—, encontrarás otra compañera para terminar la noche —finalizó mientras le tomaba la mano a la joven, la hacía incorporarse y la guiaba hacia la pista justo en el momento en que los acordes de Far Away de Nickelback comenzaban a sonar.

—Es mi canción preferida —le dijo mientras dejaba que la tomara por la cintura y la acercara a su cuerpo.

—Lo sé, por eso quise que bailaras conmigo —le dijo mientras con una mano le acariciaba los brazos, instándola a subirlos y abrazarlo del cuello, mientras deslizaba las enormes manos por la espalda descubierta y la acercaba aún más a su cuerpo.

Los cuerpos se amoldaron perfectamente, como si fueran uno.

Calista acarició los suaves mechones del pelo del lobo, mientras apoyaba su rostro en el cuello del were.

Fang sintió que le costaba respirar, deseaba tanto a la joven que le dolía todo el cuerpo. Quería hacerla suya, quería verla gritando su nombre mientras lo miraba con pasión.

Calista sintió el deseo crudo manando de su amigo, con una sonrisa de satisfacción se acurrucó lo más que pudo contra él, sintiendo como gemía contra su oído. Sí, esto era lo quería pensó con satisfacción, era por lo que estuvo esperando. Apoyó sus labios justo donde latía acelerado el pulso del were.

Fang vió todo rojo y no de furia precisamente, deslizó con placer las manos por la espalda desnuda de la joven, sintiendo la suavidad de la piel femenina, mientras se empapaba de la fragancia a azahares tan característica de Calista, con la yema de los dedos trazó círculos mientras sentía como la piel de la joven ardía donde la tocaba. ¡Dioses! Pensó, necesito besarla de nuevo, pero no quiero que me rechace.

Sí claro le dijo la vocecita, ni en sueños va a rechazarte tonto.

¡Bésame! Gimió por dentro ignorando la voz ¡Bésame! rogó mientras se separaba levemente para observar con deseo las delicadas facciones femeninas.

Calista lo miró con los ojos nublados de deseo, mientras sentía la voz del were en la cabeza pidiéndole que lo besara. No sabía porqué lo escuchaba, pero no importaba eso ahora pensó mientras acercaba lentamente los labios a la boca masculina.

Con un gruñido Fang cerró las distancias y tomó la boca de la joven con placer, con una mano acarició su espalda y con la otra la tomó de la nuca mientras gemía de placer. Sus lenguas se encontraron y se acariciaron haciéndolos olvidar donde estaban. El lobo en su interior ansiaba desnudarla y hacerla suya, pero el hombre quería saborear este momento. Se separó brevemente de ella y la miró, preguntando con los ojos sin necesidad de palabras. La tomó de la mano mientras se encaminaban al segundo piso. Ni bien se llegaron la tomó de la cintura nuevamente mientras la besaba con pasión, mordisqueando el labio inferior y la apretaba contra la pared, haciéndole sentir la fuerza de su deseo por ella.

Gimió mientras deslizaba las manos debajo de la camiseta azul y acariciaba el plano estómago, sintiendo como se ondulaban los músculos bajo su toque.

Calista sentía como le cosquilleaba la piel donde Fang la tocaba, su cuerpo estaba presionado con fuerza contra la pared pero no sentía nada excepto el deseo del lobo. Sin pudor alzó las piernas y rodeó con ellas la cintura del lobo. Ambos soltaron un gemido cuando sus cuerpos entraron íntimamente en contacto.

Llegando al límite Calista se separó de Fang un segundo y sin dejar de mirarlo, los hizo destellar a su departamento, justo en el medio de su habitación.

Fang la miró con deseo, la boca de la joven hinchada por sus besos. Con un gruñido bajo, casi animal se acercó a ella nuevamente, levantó la mano y le tocó los labios, hipnotizado.

—Por Favor Pecas, no me pidas que me detenga —le pidió mientras deslizaba la mano hacia el bretel del vestido—. Te deseo demasiado, más de lo que quiero, más de lo que debo. —Continuó mientras le besaba e cuello.

Calista sintió que la sangre se convertía en fuego líquido, deslizó las manos nuevamente bajo la camiseta y se la quitó mientras se frotaba contra su cuerpo con descaro nacido del deseo y la lujuria que estaba experimentando.

—Jamás te pediría eso Fang, pero si quiero pedirte algo —le dijo mientras lanzaba la camiseta lejos sintiendo como el lobo se detenía y se apartaba brevemente esperando sus palabras— No te detengas —rogó provocando que el lobo contuviera la respiración—, hazme el amor esta noche —pidió mientras lo acercaba con cierto descaro que sorprendió a ambos, tirando de la cintura baja del jean.

Calista sentía que toda inhibición había quedado en la pista de baile del Santuario, se sentía viva, deseada y quería que Fang se sintiera de la misma manera.

Ella sabía que estaba rompiendo reglas esta noche, pero sentía que valía la pena, que era algo que debía pasar. Que Fang y ella debían estar juntos esa noche, muy dentro sentía como si estuviera escrito.

El were la besó suavemente mientras asimilaba las palabras de su amiga. Su amiga pensó, las cosas tomarían otro rumbo esta noche, pero ya no tenía fuerzas ni ganas para detenerse, si las cosas debían cambiar porque ellos pasaran la noche juntos ¡Que cambien demonios! Cualquier otra opción que no fuera hacerle el amor a Calista estaba fuera de discusión, se dijo con un gruñido mientras invadía la boca femenina con su lengua. Gimió de placer cuando ella la succionó. Lo provocó con lentas lamidas y juegos.

Deslizó lentamente el vestido y se apartó para jadear sorprendido cuando la tuvo frente a él vestida solamente con unas braguitas negras de satén y encaje. Se inclinó con reverencia para sacarle los zapatos y acariciarle las largas piernas en el proceso, embelesado ante la suavidad de la piel de la joven. Dio suaves mordiscos que la hicieron gemir y tomarlo del pelo. Con una expresión de deseo puro lanzó lejos los zapatos y se acercó nuevamente sin apartar la mirada de los ojos que se habían oscurecido por la pasión.

Calista pudo leer sus intensiones pero no estaba ni remotamente preparada para la llamarada que iba a recorrer su cuerpo cuando el lobo arrancó las pequeñas bragas y la tomó con la boca, jugando, provocando, devorándola. Había algo salvaje, primitivo que los dominaba esta noche. Era deseo en su máxima potencia.

La joven vió estrellas, literalmente, mientras un calor conocido se agrupaba en su vientre fue creciendo hasta que no pudo soportarlo más y estalló en un orgasmo con un grito ahogado convulsionando con fuerza sujetándose a él por que las piernas comenzaron a fallarle. Sorprendiéndose aún más ante la fuerza de las sensaciones experimentadas.

Fang se incorporó mientras acariciaba su cintura y le daba un lametón a cada pezón, contemplando con deleite como se fruncían ante su toque. No tuvo tiempo de hacer mucho más ya que Calista deslizó una mano dentro de los pantalones, tomándolo con la mano, ahuecándolo, haciéndolo gemir y frotarse contra su mano.

Calista nunca se había sentido tan descarada, tan poderosa y tan bien en toda su vida

—¡Dioses Calista! —Gimió rompiendo el silencio, la besó nuevamente como un poseso—. Eres tan hermosa —dijo con voz profundo, abandonando su boca solo para darle breves mordiscos por el cuello, la mandíbula y la clavícula. La hizo retroceder hasta que la joven chocó con el borde de la cama y ambos perdieron el equilibrio cayendo con descuido sobre las suaves sábanas de seda.

Fang se incorporó mientras abandonaba reacio la boca femenina, se quitó los pantalones con rapidez quedándose totalmente y gloriosamente desnudo frente a ella. Se inclinó y gateó por la cama acechándola mientras no despegaba la mirada de los ojos azules que lo contemplaban llenos de pasión.

Calista soltó un breve jadeo cuando por fin pudo observar el cuerpo masculino en su total desnudez. Si Fang le parecía atractivo con ropa, sin ella simplemente le quitaba la respiración pensó observando el fuerte y amplio pecho, los anchos hombros, bajando por las caderas estrechas y el estómago plano, con músculos marcados, piernas largas y musculosas y… y… Pues digamos que la naturaleza había sido generosa y estaba más que bien dotado pensó con un dejo de vergüenza que desapareció cuando se acercó nuevamente a ella.

—Esta noche no hay lugar para la vergüenza Pecas —le dijo mientras le separaba las piernas y se frotaba contra ella—. Esta noche es para disfrutar —gimió mientras sentía como la joven lo rodeaba con las manos, gruñó de placer mientras tomaba los generosos senos y los acariciaba con las manos y la lengua.

Deslizó una mano hacia su centro, deleitándose al sentirla húmeda, lista para él, deseándolo a él y a nadie más. Sin poder controlarse por más tiempo se deslizó dentro de ella, arrancándoles a ambos un gemido.

Calista sintió como la llenaba y sin pensarlo comenzó a moverse buscando el placer.

Fang sintió como lo rodeaba, tan estrecha, tan perfecta, como si la joven hubiera sido creada a su medida y para él, sólo para él. La besó nuevamente, lamiéndole los labios, provocándola, librando la más primitiva de las batallas con su lengua. Incrementó el ritmo, sintiendo como la joven hundía los dedos en su espalda, sintiendo como el orgasmo se acercaba.

Calista no podía más, el placer era demasiado, el éxtasis que estaba sintiendo era inmenso, solo unos segundos después el orgasmo explotó en su interior, haciéndola gritar el nombre del lobo con fuerza.

El grito de la joven fue todo lo que Fang necesitó, aceleró los embistes, sintiendo como ella se arqueaba bajo su cuerpo presa de los últimos espasmos. Con un grito se liberó dentro de ella mientras el éxtasis lo recorría, hundió la cabeza en el hombro femenino, abrazándola con fuerza mientras gemía su nombre y sentía como sus poderes se disparaban y se hacía más grande.

Calista acarició la espalda del lobo con languidez mientras lo abrazaba con las piernas, manteniéndolo sobre ella.

Fang se apartó levemente mientras pasaba la enorme mano por el rostro femenino como tantas veces había hecho, una sonrisa de satisfacción suavizaba el rostro del were.

La joven suspiró satisfecha mientras sentía como los párpados le pesaban y el agotamiento iba ganando terreno en su cuerpo.

Fang la observó mientras se movía lentamente hacia un costado hasta quedar de espaldas, miró a la joven y la acercó a su cuerpo, sintiendo como se acomodaba hasta apoyar la cabeza sobre su pecho y deslizaba una pierna sobre las de él.

Sería tan fácil acostumbrarme a esto pensó con satisfacción antes de caer en un profundo sueño.

Esa madrugada…

Calista abrió lentamente los ojos, el cuerpo levemente dolorido en zonas que la hicieron ruborizar cuando los recuerdos de la noche pasada golpearon su memoria. Contuvo la respiración cuando notó la enorme y callosa mano que la tenía sujeta de la cintura.





Dioses que hago ahora se dijo para sus adentros, quizás si no me muevo no se despierte y me de tiempo para pensar que hago con toda esta situación.

Fang casi no respiraba, hacía 5 minutos que se había despertado y aún no se movía por miedo a despertar a Calista, su mente se negaba a funcionar cuando trataba de obligarla a que le diera alguna idea de cómo reaccionar con su amiga. Sí, una muy buena amiga le dijo la vocecita impertinente.

Estaba a punto de moverse cuando sucedieron dos cosas: un movimiento brusco de la joven lo asustó haciéndolo incorporarse y segundo un ardor que le atravesó la palma, terminó por hacerlo pararse a un lado de la cama mientras observaba a Calista cubierta por una sábana. La joven estaba pálida y vió como lentamente bajaba la vista hacia su palma. En ese momento el corazón se le detuvo, si, en ese preciso momento el dolor en la palma de su propia mano le hizo bajar la vista y contemplar horrorizado el intrincado símbolo que la cubría.

—¡Bendito Infierno! Esto no puede estar pasando—fue lo único que pudo decir antes de observar como Calista se ponía más pálida aún ante sus palabras—. Pecas no quise decir eso —gimió mientras la veía desvanecerse en el aire cubierta nada más que con la blanca sábana de satén— ¿Ahora que Diablos vamos a hacer? —gimió en la vacía habitación.



Mis queridos niños, sus vidas acaban de cambiar para siempre…

A veces los destinos golpean con fuerza, sólo para que vean lo que antes no podían ver.


Continuará....



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