viernes, 10 de julio de 2015

En la piel del lobo. By Calista. Prólogo y Capítulo 1.



Prólogo

Habitación en la Mansión Hunter.
Dos meses atrás.

Atenea fingió sorpresa y luego sonrió condescendiente.
—Oh… querida, no te lo dijo ¿Verdad? Pobrecita, parece que quería evitar la carga de tener que soportar a su pequeña hermanita.
—¿Qué? —Susurró.
—La verdad es que la comprendo, quién en su sano juicio querría estar contigo. Siendo las dos hijas de Ephytimia, sus deseos siempre estarán primero a los del resto.
—Cállate —rugió Julian abalanzándose sobre Atenea.
—No te muevas, General. No quiero hacerte daño —alzó la mano derecha y lo mantuvo contra la pared.
Calista estaba demasiado aturdida para darse cuenta de algo. Kyra… era su hermana. Y no se lo había dicho. Maldita fuera. Una lágrima se deslizó por la mejilla. Maldita mentirosa.
—Esto está resultando de lo más divertido, pero… —Con una sonrisa, liberó a Julian del agarre e hizo aparecer un libro grueso y viejo en la cama cerca de Calista—. Tú entrenamiento ha finalizado, hija mía —dijo despectivamente mirando la mancha de sangre sobre la blanca sábana.
—¡No! —Dijo con voz ahogada Calista tratando de tocar el libro.
La mirada de Julian era resignada pero tan triste que rompía el corazón.
—Atenea… —Susurró.
Ella lo miró con dolor, después de todo no era tan fría como parecía.
—¿Si?
—Dame unos segundos ¿Si? Sólo unos segundos por favor, hay algo que quiero decirle antes.
Lo miró con odio, pero asintió.
—Adelante, que después no se diga que no soy compasiva.
Julian se acercó lentamente, con dolor a Calista. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas y una mirada desesperada. Le acarició la mejilla con suavidad.
—Esto no debía pasar ¿Sabes?
—Por supuesto que sí, amarnos es nuestro destino, Julian.
—No me refería a eso, bebé. Me refería a la vuelta al libro. Dijeron que no lo harían —suspiró.
—No vayas, debe haber alguna manera de salvarte. El amor siempre lo puede todo —dijo sollozando con ilusión.
—No siempre. Y esta, es una de esas veces —una lágrima se deslizó por la mejilla masculina—. Esta es la separación definitiva Calista, y quiero que entiendas que no nos veremos jamás. Pero… yo, siempre te amaré. Siempre serás mi alma y mi corazón —la abrazó con fuerza, inhalando su perfume por última vez—. No te niegues al amor Calista, no siempre duele tanto —las lágrimas se desbordaron con mas fuerza en los dos—. Te doy las gracias,oor devolverme la vida, por amarme como nunca nadie lo hizo.
—Yo jamás te dejaré de amar, Julian —dijo destrozada.

—Sé que no, pero espero con toda mi alma, que encuentres a un hombre que te ame con su vida y a quién puedas amar incluso más que a mí.
—Eso nunca pasará, amor. Jamás —dijo con firmeza—. Este no puede ser nuestro final, No puede.
—A veces, el final no es tan importante como la historia misma, y la nuestra, fue hermosa —la besó en los labios, saboreando la sal mezclada de las lágrimas de ambos—. Te amo.
—No me dejes, Julián. Por favor —se aferró a el, con la vida misma.
—Te Amo—repitió él, ahogado de dolor.
—Y yo a ti, mi amor, y yo a ti, por siempre.
—Maldito eres, maldito estás y maldito por siempre estarás. Vuelve a tu encierro, vuelve por siempre, hasta que la luna completa esté, y tu nombre susurren con gran placer. Julián de Macedonia, condenado por siempre. —Atenea pronunció las palabras para volverlo a enviar a su prisión.
Una luz destelló en la habitación.
Un grito resonó en el aire.
Y dos corazones murieron.


Mientras tanto en el Santuario


—De veras lo siento Fang pero es demasiado para mí, para mi familia… simplemente no soportaría que me alejaran o me dieran la espalda, el dolor sería inmenso y no podría vivir con él. No quiero perderlos —dijo con la voz ronca y entrecortada por el dolor y la angustia—. A la larga te odiaría por haber tenido que elegir. Sé que has dado hasta el alma por mí y…
Fang la cortó con un suspiro triste.
—No estoy arrepentido Aim, nunca me arrepentiría de salvarte. —Sacudió levemente la cabeza antes de seguir con amargura— en el fondo sabía y mi mente me lo decía, pero mi corazón se negaba a aceptar la idea de que nunca más estaremos juntos —finalizó mientras acariciaba la mejilla femenina.
La osa le tomó el rostro entre las manos mientras rozaba los labios masculinos con suavidad.
—Simplemente no es nuestro destino Fang. Te amo pero no tengo la fortaleza para luchar por nuestro amor. —Dijo con dolor— desde este momento nada nos ata, todas las promesas se han roto.
Fang apoyó la frente en la de ella mientras una solitaria lágrima se deslizaba por la mejilla.
—Nada nos ata Aimee, pero mi corazón estará siempre contigo. Nunca amaré a nadie como te amo a ti —dijo mientras inspiraba profundamente su aroma y desaparecía de la habitación.
Aimee se sentó en la cama mientras daba rienda suelta al llanto y palabras que le rasgaban el corazón brotaron:
—Querido lobo… —Dijo sacudiendo la cabeza— Ningún amor es igual a otro, no amarás a nadie como a mí, ni yo lo haré tampoco. Cuando encuentres a esa mujer que te haga sentir de nuevo y haga tu corazón y tu cuerpo vibrar, mi deseo es que te ame como yo no supe hacerlo.




Santuario.
Un mes atrás.

Calista refunfuñaba mientras caminaba por el pasillo del piso superior del santuario. Esa noche hacía dos meses exactamente que Atenea había devuelto a Julian al libro.
La diosa se había arrepentido de su comportamiento, pero Julian no había vuelto ni lo haría. Por lo tanto no perdonaría a la diosa jamás, ya se lo había dicho en todos los idiomas y de la misma forma se lo había demostrado.
Y para colmo, si su humor y estado de ánimo estos meses eran algo volátiles, esta noche no había palabra que describiera como se sentía. A ratos alternaba la tristeza y la furia, luego impotencia, amargura… Y así estaba haciendo padecer a su hermana y a sus amigas que la habían casi arrastrado al Santuario. Según su hermana, Ash quería presentarles a quienes les ayudarían en la batalla contra Basi.
—Uf! si por mí fuera pongo la cabeza en una bandeja y se la llevo… pero claro, entonces debería explicarle a Ky y a las chicas porqué mi cabeza no está donde debería  y eso traería mucho trabajo, además que no podría andar por allí sin cabeza, obvio. —Continuó desvariando sin sentido como era su costumbre últimamente.

De pronto la sangre se heló y su corazón empezó a captar algo, su respiración se hizo más rápida y dejó fluir sus poderes. Sabía que alguien la estaba observando, y no era alguien conocido. Ahora que sus poderes habían crecido, tras una ardua lucha por parte de Kyra,  Nádia e inclusive el mismo Acheron (Que pudo comprobar por ella misma lo que Simi decía de la vena latiendo en su rostro).

Tristeza, amargura… primero pensó en Basi y casi se alegró que la perra hubiera ido a buscarla de una buena vez. Hasta que se dio cuenta que no era atlante, y tampoco tenía alma pero estaba vivo, se dijo con sorpresa mientras la piel se le erizaba al sentir la presencia en la espalda. Todas las alarmas se dispararon por su cuerpo y cuando una mano enorme se posó sobre su hombro...los instintos, que casi nunca salían a la luz, esta noche hicieron acto de presencia para desgracia del extraño.

La mano del extraño hizo contacto con su hombro desnudo… pero su talón con el pie del extraño y su codo se incrustó en el estómago con fuerza, quitándole la respiración con la fuerza del golpe, su mano se dirigía hacia “esa zona”, para continuar el ataque como tantas veces le había mostrado Kyra. Cuando se vio arrastrada con fuerza hacia la pared más cercana, mientras un alto pero bien formado cuerpo masculino la mantenía aprisionada incapaz de moverse y una ronca voz , con cierta dificultad, aún tratando de recuperar el aliento le dijo:
—Ni lo sueñes encanto. Esas partes están reservadas para otras cosas y te aseguro que son mucho más placenteras que recibir un golpe tuyo por muy bonita que seas —finalizó el atacante, mientras la joven levantaba la vista para mirarlo.
Un par de ojos marrones aterciopelados, salpicados de motitas grises la estudiaban de cerca… muy de cerca.

Y el mundo se detuvo.

 Calista lo miró mientras sentía como cambiaban las sensaciones y la golpeaban con más fuerza, aturdiéndola un poco. Pero borrando instantáneamente el temor al ver la mirada llena de curiosidad que le estaban brindando.

Su atacante era alto, bastante más que ella y eso ya era mucho decir. El cuerpo era musculoso y estaba cubierto por unos jeans desgastados y una camiseta negra. El cabello largo estaba sujeto por una coleta que dejaba escapar algunos mechones de color castaño.
Fijó nuevamente la mirada en su rostro, parecía esculpido, nariz fina, pómulos marcados y mandíbula cuadrada, en ese momento se fijó que la boca de generosos labios  se movía… ¡Tonta! Se supone que debía prestar atención cuando eso pasaba… Además ¿Desde cuando a ella le interesaban esas cosas? Ella estaba sufriendo por un amor perdido. Punto. No miraba a ningún espécimen masculino por más guapo que… ¡Basta!
—… El Santuario. —Finalizó con voz ronca el gigante.
Sacudió la cabeza nuevamente como si con eso se pudiera liberar de los pensamientos que la aturdían.

Fang Kattalakis miró irónico a la joven pelirroja que tenía enfrente. Sip, definitivamente no tenía muchas luces, era bonita, pero a veces la belleza no lo es todo, se dijo mientras repetía la pregunta a ver si esta vez lograba una respuesta más allá de la mirada asombrada de los bonitos ojos claros. Con el monólogo anterior que le había escuchado, sumado ahora a la falta de respuesta, la muchacha no presentaba ninguna amenaza aparente, sacó en conclusión mientras aflojaba con cierta reticencia la presión al delgado pero curvilíneo cuerpo.

Con paciencia y lentitud repitió la pregunta: —¿Quién eres y cómo llegaste hasta aquí? No te había visto antes en el Santuario y este piso está reservado solo para gente conocida.

Calista iba a responder avergonzada cuando una oleada de compasión la recorrió, miró extrañada al gigante y vio la mirada cargada de ¿lástima? ¿Por qué le tendría lástima? ¡Diablos! Él muy imbécil, le hablaba con lentitud y la miraba con lástima. Pensaba que era una tonta y encima la compadecía por eso con furia creciendo en su interior y sacudiéndose cualquier rastro de atracción de la mente y el cuerpo le respondió: —Quita las manos y déjame pasar antes que te arranque esas partes que tanto proteges y baile sobre ellas imbécil —le dijo con suavidad pero con un tono cargado de promesas, y haciendo uso de su poder de encantamiento, trabó la mirada con la del hombre y puedo sentir como se oscurecían sus ojos y el tono de voz se tornaba mas ronco—. Ahora date vuelta, olvida que me has visto y piérdete de mi vista —finalizó mientras sentía que el agarre se aflojaba y con esto se preparaba para marcharse.

Qué pena pensó para sus adentros, podía llegar a caerme bien. Mientras volvía la camiseta roja a su lugar y se acomodaba el resto de la ropa, estaba encaminándose a la escalera cuando una socarrona pregunta la detuvo.

—¿Y porqué debería hacer algo así su Majestad? Aún no contestaste ninguna de mis preguntas —le dijo mientras volvía a acercarse, cerrándole el paso nuevamente.
Calista lo miró más que sorprendida. Nunca antes nadie había podido resistirse a su poder. No lo empleaba muchas veces, pero sabía que cuando lo hacía, no fallaba.
—¿Quién y qué eres? —murmuró mientras se acercaba para mirarlo detenidamente, con inteligencia brillando en la mirada, olvidando toda cautela.

Fang la miró, ahora con un matiz serio y con sorpresa también. No era humana. Había sentido el poder manar de la joven hace unos momentos, un poder muy grande, pero no era nada con lo que se hubiera topado antes, era algo nuevo, algo que no conocía. Así que después de todo no era lo que pensó al principio, se dijo, interesado nuevamente en la joven. Puede que sea el paquete completo después de todo.
—Fang Kattalakis, soy…
Fue interrumpido por la expresión de fastidio que escapó de los labios de la joven.
—¡Por supuesto! ¡Quién más podría tener un encuentro así con quien la va a ayudar! —dijo mientras se golpeaba la frente. Y acto seguido le tendía la mano y los ojos brillaban con simpatía, borrando cualquier otro sentimiento—. Soy Calista Dikastis, encantada de conocer por fin a uno de los hermanos Kattalakis.
La sonrisa que empezaba a nacer en los labios de Fang se borró, mientras gemía por dentro decepcionado.
Enfrente suyo tenía a la sobrina de Acheron, la diosa atlante recién descubierta, a quién él y su hermano debían ayudar.
¡Oh, Diablos! Pensó para sí mismo mientras con dicho conocimiento, borraba cualquier otra intención que pudiera llegar a tener en mente con la atractiva joven. En realidad su vida apestaba en este momento.

Pobre Fang… Y sólo estaba empezando.




CAPITULO  1

En la actualidad…

Calista aporreaba la almohada sin poder dormir, mientras daba vueltas en la enorme cama. Últimamente era la angustiosa mirada de Julian antes de desaparecer dentro del libro lo que la despertaba y  le impedía conciliar el sueño, haciéndola sentir culpable por seguir adelante.
Ahora esas imágenes y la angustia se habían intensificado, y sabía por qué. Su corazón, estaba sanando, la ausencia era más llevadera, los recuerdos no dolían de la misma forma, había vuelto a sonreír.
Había dejado que se acercaran a ella nuevamente.
Se puso boca arriba mientras miraba el techo de la habitación.
Estaba viviendo con Nádia, el ángel negro, que estaba terminando de entrenarla; además ahora tenía una buena relación con su hermana. Sip! tenía una hermana. Les llevaría tiempo conocerse pero las cosas habían mejorado. Conoció gente nueva, hizo amigos nuevos. Amistad: su vida estaba llena de eso y las cosas estaban encaminadas nuevamente, pensó mientras suspiraba y los ojos se iban cerrando mientras se dejaba vencer por el sueño.
Nunca más amor fue su pensamiento semiinconsciente. Hubiera jurado que oyó una suave risa antes de caer rendida por el sueño.

A la mañana siguiente siguió su acostumbrada rutina: ducha, resbalones en la tina, desayuno, dos o tres porrazos con las puertas de las alacenas, y entrenamiento que fue interrumpido con varias caídas y golpes, como siempre… para no perder la costumbre.
Cuando finalizaron, una llamada de su hermana detuvo su camino al cuarto de baño.
Por supuesto cuando Nádia atendió no notó que estaba llegando así que quedó sorda por un momento cuando le gritó a escasos centímetros del oído:
—Calistaaaaaaa, tu molesta hermana te llama.
Movió la cabeza para hacer desaparecer un poco la sensación de la voz del ángel, repercutiendo por todo el cerebro. Sin embargo una sonrisa cruzó el juvenil rostro cuando atendió. Siempre la llamaba.
—Hola hermanita. ¿Ya vuelves? —Preguntó con cariño, mientras esperaba ansiosa la respuesta.
—Yeah, nena. Voy a estar en la guarida de los Kattalakis, pero si me necesitas llámame. Igual ahora que estoy en la misma ciudad te visitaré seguido.
Calista sintió como su corazón se detenía un segundo y se regañó por eso.
—Claro… Y bueno, este, los Kattalakis ¿Eh?
Hubo un breve silencio del otro lado de la línea y pudo sentir la sorpresa que su hermana no se molestó en ocultar.
—Sí, los lobos —respondió aún más intrigada por los nervios que oía en su voz.
Y… oh sí! Antes que pudiera contener a su tonta lengua las delatoras palabras brotaron de sus labios.
—¡Estupendo! En fin… Me saludas a Fang ¿Si? —Dijo con tono agudo mientras se regañaba mentalmente.
Podía imaginar la sonrisa satisfecha que estaría surcando el pícaro rostro de su hermana. Obviamente con el siguiente comentario quiso que la tierra se la tragara… Literalmente.
—Claro, es más, cuando te visite le diré que me acompañe, después de todo son muy amigos. —El tono socarrón de su hermana le erizó la piel, ya sabía las bromas que vendrían después.
Señoras y señores Kyra se anotaba el segundo punto del día.
—Sí, somos muy amigos —podía sentir como el sonrojo cubría sus mejillas—. Ky el entrenamiento está por empezar, y Nadia se pone insoportable cuando no estoy lista a tiempo. Así que, nos vemos.
La respuesta no demoró en llegar.
—Chao, nena. Cuídate.
Asintió aunque Kyra no pudiera verla. Como siempre hacía en sus conversaciones telefónicas.
—Igual.
Lentamente dejó el teléfono en el lugar, odiaba mentirle a Kyra, hacía unos momentos que había terminado el entrenamiento, pero le daba tanta vergüenza aunque fuera su hermana, se sentía tan expuesta cuando hablaba de Fang. Aún no sabía porque, después de todo el lobo y ella se habían hecho grandes amigos, de eso no había duda.
A pesar de un primer encuentro algo accidentado, enseguida le había caído bien el lobo y sus hermanos. Se había puesto enseguida en papel protector con ella y eso la descolocaba, por un lado le gustaba sentirse protegida, pero por otro quería demostrarle que podía defenderse sola, aunque eso también debería demostrárselo a su tío, su hermana, y sus amigas.
Se habían elegido como confidentes a los poco días…
Se sentó en el sofá mientras su mente volaba a ese momento.

Estaba sentada en el jardín de la mansión de Julian. Había estado llorando toda la tarde, mientras los recuerdos y la sensación de pérdida la invadían. Una y otra vez las palabras de despedida se repetían en la mente, provocándole una pena tan honda que no le dejaba respirar.
Había levantado abruptamente la cabeza cuando lo vio en la puerta vidriada, a sólo unos pasos de ella.
Pudo haberse ido, escapar de la mirada inquisitiva del were, inventar miles de excusas, pero simplemente calló y dejó que se sentara a su lado. Antes de poder detenerse y sin motivo aparente, le contó todo lo que había pasado, desde su llegada a la mansión con Ash y Atenea, hasta la partida de Julian.
Fang solamente la escuchó… Y Calista nunca se sintió tan acompañada.
Luego como si sus corazones necesitaran compartir ese momento, la joven atlante escuchó la historia del lobo. Por momentos sus poderes fluían y los sentimientos que la embargaban eran tan fuertes como si ella misma los hubiera vivido. Tanto dolor, tanta desilusión, tanto amor…
Fang era un luchador, un sobreviviente, un guerrero, pero sobre todas las cosas Fang Kattalakis se había ganado un lugar en su corazón como su amigo, para toda la vida se dijo Calista mientras lo escuchaba hablar y contarle lo que ella sabía con certeza, nunca le había contado a nadie.


Pantano de la Manada Kattalakis. New Orleans.
Tiempo Presente.

—Esta vez no pasará nada. Yo estoy aquí —le respondió arrogante Kyra a Fang, haciendo que abriera la boca para responder irónicamente—. Por cierto, Calista te envía saludos. — Finalizó haciéndole olvidar cualquier comentario que pudiera hacer a continuación.
Sonrió con cariño cuando la imagen de la joven atlante invadió su mente. Antes que pudiera detenerlas, las palabras fluyeron de su boca como un torrente incontrolable.
—¿Cómo está? —Dijo ampliando la sonrisa—. Hace días que no la veo, dejó de pasarse por el Santuario y yo estuve haciendo guardias.
Se encogió levemente ante la mirada interesada que le daba Kyra, pero no se acobardó, Calista y él eran amigos. Si alguien, meses atrás le hubiera dicho que iba a ser amigo de una mujer, simplemente hubiera muerto de risa. Sin embargo la joven ocupaba un lugar en su vida que era nuevo para él, el de un amigo.
Sonriendo siguió charlando mientras absorbía cada palabra que le contaba Kyra sobre su hermana. Soltando carcajadas de vez en cuando ante las anécdotas que escuchaba.

Caminaron un rato, intercambiando comentarios hasta que Vane hizo acto de presencia y lo echó. Si señores, lo echó como a un chucho , recordando medio enfurruñado sus palabras:
—Fang, fuera.
Ni que fuera un perro se dijo mirando de reojo a la pareja que estaba discutiendo.
Se sentó bajo un árbol y dejó que su mente vagara nuevamente.

Calista… pensó nuevamente, recordando el alegre rostro lleno de pecas, una lenta y satisfecha sonrisa surcó el duro rostro masculino. Su amiga, su confidente.
Se frenó poniéndose serio… ¿Qué eres Kattalakis? ¿Una mujercita? ¿Empezarás a deshojar los pétalos de una flor? 
Bueno estaba seguro que mujercita no era, pero sí tenía claro que Pecas, como le había puesto cariñosamente, sabía lo que sentía y lo quería por eso.
Siempre que estaba con ella se sentía valorado, querido. A ella no le molestaba ser cariñosa con él delante de cualquiera (claro que siempre como amigos) aún cuando sabía que las muestras de afecto públicas lo hacían sentirse raro, no podía enfadarse, le gustaba su toque, su risa ante algún comentario tonto de él con el solo fin de escuchar la espontánea risa de ella.
Era su compinche se dijo asintiendo satisfecho… con un rostro de ensueño, un cuerpo lleno de curvas en los lugares adecuados suspiró imaginándolo mientras se recostaba contra el árbol nuevamente…

¡Basta Lobo! Es tú AMIGA. Además ambos tenían el corazón roto y se juraron lo mismo. Nunca volver a Amar. ¿Quieres recordar más? Es la sobrina de Acheron, hermana de Kyra y para rematar la situación, si quieres seguir manteniendo la cabeza sobre los hombros, seguirás comportándote como un caballero… En cuerpo y MENTE finalizó.
Cambiando un poco el rumbo de sus pensamientos, se prometió ir al Santuario esa noche, necesitaba despejarse se dijo mientras se paraba y se dirigía a la cabaña.

Oh Fang… No sabes lo que te depara la noche.


Continuará...

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