¡Hola a todos! Os dejamos el relato corto que nos ha enviado Mary Blood para nuestro especial de Halloween.
Esperamos que os guste.
¿Disfraces y zombies?
Judith acunaba a Cinthia en sus brazos mientras ella y su hermana ojeaban el catálogo de disfraces infantiles de la tienda.
- ¿De verdad quieres ponerle esto a los gemelos? – Miriam, su hermana, miraba escéptica las páginas de papel que iban pasando - Sé que celebraremos Halloween, pero disfrazarlos de calabaza con solo un año de edad....¡pobrecitos! ¿Qué pensarán de ellos mismos cuando crezcan y se vean en las fotos que seguro les haréis?-
Judith se rió y comprobó que Cinthia se había dormido. Minutos antes estaba berreando en la tienda, ahora, apoyada en el pecho de su madre, por fin dormía plácidamente.
- No seas exagerada Miriam. Marthyn quería disfrazarlos de zombies - Miriam abrió los ojos como platos. - Sí, de zombies...se han puesto de moda. Cualquiera diría que la raza no lleva luchando contra algo parecido ni que Marthyn lleva más tiempo que yo llevo viva luchando contra ellos. Pero parece ser que tiene sentido del humor también...no pienso dejar que los disfrace de zombies. Con este de calabaza estarán adorables.-
-Adorables y ridículos, Judith. Pero son tus hijos - dijo esto último levantando las manos en señal de rendición- ¿Quieres de calabaza? Pues de calabaza. – Miriam siguió ojeando el catálogo mientras Judith depositaba a su hija en el cochecito, junto a su gemelo, Oscar. Oscar llevaba ya un buen rato durmiendo y ni se inmutó al sentir el cuerpo de su hermana junto a él. Judith dio un vistazo a sus retoños y volvió a la conversación de su hermana ojeando el catálogo, pero ahora por la sección de adultos.
- ¿Y tú ? ¿Has pensado ya en tu disfraz, Miriam?-
- ¿ Yo? ¡Claro! Yo voy de vampiresa fijo. Que tú hayas terminado siendo vampira y yo no, no me va a impedir parecerlo en la fiesta y a ver si de una puñetera vez, me tiro a uno de los compañeros de Marthyn. Uno de esos vampiros buenorros armario de cinco puertas lleno de músculos y con p...eso enorme- Judith le dio un golpecito en el hombro a su hermana, reprendiéndola.
- Shhhh. ¡Calla! No puedes ir diciendo cosas de esas en alto... y no me seas exagerada – Se le escapaba la risilla mientras reprendía a su hermana. Miriam contestó con otra risilla y en un tono de voz más bajo.
– ¿Que? ¿Exagerada? – Miriam abrió los ojos como platos- Qué pronto te olvidas de las hermanas que pasamos hambre. Como tú estás satisfecha y saciada con el pedazo de macho que te ha tocado. Ya me dirás porqué yo no pude convertirme como tú...somos hijas del mismo padre, leches. Y compartimos el mismo útero. Solo somos de óvulos distintos. – Lo ultimo lo dijo un poco apenada, pero enseguida enseñó su fantástica sonrisa. De las dos hermanas, Miriam era la más alegre y extrovertida.
- Ya hemos hablado de eso Miriam.-
- Lo sé...solo quería quejarme un poquito. – Rió en alto para que Judith no se sintiera culpable ni apenada- Pero lo que he dicho lo he dicho en serio. Esa noche voy a tirarme a alguno de esos vampiros hiperhormonados que aún no están emparejados. -
- ¿Estás hablando en serio? Sé que no tienes pareja estable... pero no creí que fueras detrás de uno de los compañeros de Marthyn.
– Y no voy, solo quiero tirarme a uno de ellos. Quiero saber como folla uno de esos soldados. Ya que tú no quieres compartir a tu Marthyn- el golpe de Judith esa vez fue más contundente en su bíceps. Miriam se carcajeó - ¡Ouch! Ese ha dolido. Pues como te iba diciendo...quiero probar a uno de ellos.-
Judith sonreía a su hermana pero no creía que fuera buena idea. Si Miriam se encaprichaba de alguno de aquellos machos, iba a pasarlo muy mal cuando la abandonaran. Los compañeros de Marthyn no se emparejaban con humanas. Solo las usaban para el sexo y la sangre. Y por mucho que Miriam quisiera parecer una mujer libertina y dura, Judith sabía que siempre ponía un poco de su corazoncito en cada una de sus relaciones. Decidió pasar a otro tema a ver si luego podía entrarle para hacerle desechar la idea.
– Oks..irás de vampira. ¿Ya has visto alguno que te guste?
– No, todos me parecen infantiles. ¿Y tú? ¿De qué irás vestida?
– Yo voy a ir de enfermera...de enfermera sangrienta exageradamente sexy con ligueros y un hacha enorme. - Miriam miró a su hermana con una sonrisa traviesa en su cara
- ¿Como el disfraz que llevabas el día que conociste a Marthyn?-
– Exactamente...no pude encontrarlo en casa, y sé que lo compramos aquí. Por eso me he decidido por esta tienda.-
– Tiré muchas cosas del armario hace meses...lo siento. Tenía que hacer espacio para el nuevo inquilino. Al irte tú necesitaba que alguien pagara el alquiler.
–Lo sé hermanita, no pasa nada. -
- Ahora mismo me voy a hablar con la dueña de la tienda para ver si aún tienen ese modelo-
Judith iba a decirle que no, que ya lo encontrarían ellas buscando, pero Miriam fue mas rápida y salió hacia el mostrador. Judith se resignó y volvió su mirada a sus gemelos. Sus amores...aquello que Marthyn le había dado y ahora más adoraba. Y su mente empezó a llenarse de los recuerdos de aquella noche en la que su camino y el camino de su marido se encontraron y en el que todo empezó.
La fiesta era un tremendo aburrimiento en aquel local de mala muerte al que unos amigos las habían llevado a ella y a su hermana. El único aliciente era que estaba pegado al río y que tenía una terraza exterior en la cual podía verse la otra orilla con sus luces de Neón que se amplificaban sobre la superficie del agua. La terraza que daba al exterior, terminaba en unas escaleras que descendían hasta el agua. Se acercó a ellas y aquel lugar le pareció tan bueno como cualquier otro para pasar el rato hasta que la fiesta de Halloween terminara.
Siempre pasaba igual, la invitaban a todos lados y se aburría bien pronto de las celebraciones.
Con la ilusión que había puesto en su disfraz de killer nursery.
Se estiró todo lo que pudo el vestido que apenas le tapaba el culo y se sentó al final de los escalones. La precaria tela casi no le cubría el trasero y sintió el frío del peldaño en las nalgas. Colocó debajo de ella el hacha de atrezo de plástico que llevaba y se quitó los zapatos rojos con tacones de aguja que le estaban matando los pies e intentó respirar algo de aire fresco. A esas alturas de octubre el frío ya arreciaba y más por las noches. La música de fondo del local quedó atrás y ella se medio perdió en un estado de ensoñación placentero mientras dejaba caer la frente sobre sus brazos mientras se abrazaba las piernas.
Estaba segura de que se había dormido unos segundos, cuando un ruido la hizo levantar de golpe la cabeza y girarla hacia su origen. Su larga melena caoba giró con ella y un par de mechones cubrieron sus ojos. Se los apartó con los dedos y solo le dio tiempo a apartarse por acto reflejo cuando algo salió despedido hacia ella, impactando a un lado y rompiendo parte del peldaño en el que estaba sentada.
Dos figuras aparecieron por la orilla del río, una corriendo detrás de la otra, a unos veinte metros de distancia. La luz de la luna llena no era suficiente y no le permitía ver bien a aquellas dos figuras que se acercaban corriendo hacia ella. De repente la que perseguía a la primera acortó distancias de una manera sobrenatural y se lanzó sobre la perseguida, placándola.
Las dos cayeron al suelo rodando por la pequeña ladera del río.
Ella se levantó de repente asustada. Las dos figuras forcejeaban la una contra la otra, y se oían gruñidos y gritos.
Nunca supo qué la impulsó a ponerse los zapatos y acercarse a ellas, abandonando los peldaños de la terraza del local y adentrándose hacia el río, dejándose visible para cualquiera.
Pero lo hizo.
Y de repente una de las dos sombras salió del agua huyendo de la otra... hacia ella.
No pudo casi reaccionar. Aquella sombra se acercó corriendo , y apenas pudo esquivarla . La luz de la luna se reflejó en su pelo grisáceo y en su piel. ¡Joder! Aquel tipo iba disfrazado de zombie y olía fatal. El disfraz estaba muy bien logrado porque se veía como la sangre manaba de multitud de heridas que le caían por doquier. Ella dio un par de pasos hacia atrás al ver como acortaba tan rápidamente la distancia seguido de la otra sombra.
Y trastabilló cayendo hacia atrás sobre las piedras.Fue cuando el tipo vestido de zombie cayó sobre ella.
¡Dios mío! El tipo acabó empotrándola contra su espalda . Apestaba, y la cogió por la pechera del vestido, que rompió en pedazos cuando los botones saltaron al no soportar la presión ejercida. El tipo acercó su pestilente boca a la de ella.
Sangre coagulada caía de ella y las náuseas la hicieron casi vomitar. Los ojos no tenían pupila...¡ y eran completamente rojos! El disfraz era tremendamente realista . Pero sus intenciones no podían ser muy buenas cuando la estaba estampando contra la tierra. Y ese olor...la estaba mareando hasta el nivel de la náusea.
Entró en pánico. De repente entró en pánico al verse a merced de aquel tipo. El peso de su cuerpo estaba sobre el suyo y la viscosidad de lo que manaba de su cuerpo estaba sintiéndola por la superficie de su piel que no llevaba ropa. ¡Qué asco por dios!
- ¡Suéltame....suéltame!-
Fue todo lo que acertó a decir.De repente algo tiró del tipo , lanzándolo bien lejos contra una roca cercana. El crack lo oyó por encima del ruido de la música de fondo que salía del local. A ella sólo le dio tiempo a incorporarse sobre sus codos y la escena que se desarrolló frente a ella fue del todo surrealista.
El tipo gris se levantó del suelo, con el brazo del revés. Ella cerró la boca presa del horror...e hizo bien en hacerlo porque él gris se dio la vuelta a su propio brazo para recolocárselo...y del impulso se lo arrancó. Después lo lanzó a sus pies sin mirarla.
Judith no pudo más y vomitó de repente ante aquella visión asquerosa del brazo ensangrentado a su lado. Lo peor era que el disfrazado no había emitido grito alguno, solo un gruñido de furia al pegar el tirón y encarrase al otro tipo que ahora se acercaba al primero directo como una bala.
Judith no vio casi nada de lo que pasó entre ellos dos, porque estaba ocupada en dejar salir el contenido de su estómago fuera. Veía de reojo como los dos se enzarzaban el uno con el otro y rugían, y gritaban y golpeaban. Cuando por fin Judith levantó la mirada después de sacar hasta la primera patata que había ingerido aquella noche, lo que vio la dejó aún más aterrorizada de lo que estaba.
Un hombre altísimo y enorme, tenía empalado al zombie en una espada que atravesaba su estómago. El zombie no tocaba los pies en el suelo, ya que el tipo alto lo levantaba a pulso del suelo haciendo palanca con la espada. No pudo verle la cara al hombre ya que estaba de lado y su largo pelo le ocultaba el rostro . Y solo con la luz de la luna, nada de aquello era del todo nítido. De repente el melenudo sacó de su bolsillo trasero una daga y la clavó en el cuello del zombie...y este estalló en pedazos.
Debería estar aterrorizada, asustada como el infierno...un tipo acababa de empalar a otro delante de sus mismas narices y lo había hecho explotar .
Judith se arqueó de nuevo con otro ataquede nauseas, cuando parte de la explosión cayó sobre ella. Gritó tan fuerte como pudo arrastrándose de la escena , a ciegas hacia atrás sobre sus codos. Aquello no podía haber ocurrido...no, no podía haber ocurrido.
Se dio la vuelta y empezó a gatear intentando levantarse y salir corriendo.Pero algo la agarró del pelo y la levantó del suelo de un fuerte tirón. Gritó aún más fuerte e intentó zafarse del agarre. Pero no podía hacer nada. Algo la estaba arrastrando sobre sus pies hacia atrás con fuerza. De la misma manera que la había cogido, le dio la vuelta. Pudo entonces ver que era lo que la tenía sujeta.
Era el tipo alto. Su cabello se bebía la luz de la noche de la oscuridad que manaba de él. El tipo la acercó a él pegando su rostro al suyo y clavó su mirada en ella.
– Mírame hembra...mírame-
Su voz sonó grave e intentó clavarse en su cerebro. La mirada del hombre se metió directamente en la suya y parecía que la iba a traspasar. Fue como si se hubiera metido en su cerebro...y ella quedó impactada por aquellos ojos azules que la miraban como si quisiera hechizarla. ¡Mierda! Sintió un tremendo aguijón en su cabeza que la irritó enormemente e intentó zafarse del hombre revolviéndose debajo de él.
– ¡Quítame las manos de encima cabrón!-
El hombre parpadeó un par de veces y repitió el mismo movimiento , clavando su mirada en la de ella aferrándola aún más fuerte contra su pecho, inmovilizándola. No tuvo más que quedarse quieta. Y como siempre que sucedía cuando estaba nerviosa...su irónico humor apareció de repente.
- ¿Pero que coño quieres que te mire, pedazo de asno? ¿Si tienes una esquirla en el ojo o qué?-
El hombre de ojos azules y que ella hubiera encontrado atractivo como el demonio si no hubiera estado mas pendiente de seguir viva , parpadeó un par de veces como si no se creyera lo que estaba sucediendo. Estaba cubierto de aquella pestilente sangre que también la había salpicado a ella, pero no se inmutaba. Y la tenía aprisionada por aquellos formidables brazos. Ella no era pequeña, un metro ochenta de estatura...pero a su lado, parecía la enana del bosque de los enanitos. Las náuseas y el miedo aún atenazaban su estómago pero se obligó a sí misma a guardar la entereza posible ante aquel desconocido. Y a no mearse en el precario tanga que llevaba. Él volvió a clavar sus ojos de nuevo en los suyos. Parecía molesto por algo.
– ¿Quieres volverme ciega o algo así? ¿Ahora te saldrán rayos láser por los ojos y me achicharrarás?-
El hombre parpadeó de nuevo y se lanzó a su cuello, olisqueando su piel. La dejó atontada con aquel simple movimiento. La olió durante unos segundos aún más profundamente incluso separándola un poco. Se acercó a sus pechos ahora casi al descubierto.
¡Mierda! No llevaba más que el sujetador cubriéndola.
– ¡¡Eh!!!-
Protestó intentando zafarse al estar momentáneamente liberada. Él volvió a agarrarla, esta vez, con las muñecas a su espalda cogidas con una de sus enormes manos. Con la otra mano la tenía arqueada hacia atrás tirándole del pelo. La estaba inspeccionado a la luz de la luna. Comprobando su cuello, sus facciones.
- ¡Mierda! ¡Una mestiza!-
Dijo él de repente en voz alta . Y la soltó tan rápido como la había cogido.
Ella dio un paso hacia atrás y otro mientras intentaba alejarse de él . Y de repente se desvaneció en el aire, delante de ella.
Judith parpadeó un par de veces porque no se creía lo que acababa de ver. ¿Había desaparecido un tipo de casi dos metros delante de sus narices?
Seguro que había algo en el último gin tonic que había bebido.
Se frotó los ojos con las manos y algo se esparció por su cara. Se miró los dedos de la mano y vio sangre coagulada entre los dedos. Volvió de nuevo a sentir el estómago regirarse y esta vez no pudo hacer nada, vomitó sobre sus zapatos.
¡Dios mío! ¿Qué es lo que acababa de suceder?
Judith salió de sus recuerdos cuando su hermana Miriam colocó su mano en su hombro.
– ¡Lo encontré hermanita! - Judith se giró hacia Miriam sonriendo.
- ¿En serio¿ Pero... ¿cómo?-
- La dueña se ha enrollado mucho.Venga, coge el cochecito y vente al probador. No sé si la talla te coincidirá. Ya no controlo tu talla después del parto.-
Judith siguió a su hermana mientras dejaba los recuerdos de la primera vez que había visto a Marthyn atrás. Esa noche fue la noche en la que su vida cambió. Y viendo a sus hijos ahora dormidos, no pudo ser para mejor.
¿FIN?
Mary Blood.
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